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"Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida"
Michel Houellebecq




miércoles, 10 de abril de 2019

Chateaubriand ¿libros o solomillos?

¿Pero no era que esto trataba de libros? Sí, pero no podemos descuidar el cuerpo en nuestro afán por cuidar el espíritu, ya sabéis, mens sana...
Empecemos, pues, por ese plato preparado por primera vez por el cocinero de François Réné para su invitado Napoleón Bonaparte; un filete de solomillo de vacuno al punto con su salsa bearnesa y sus pommes souflées. Sencillo y resultón, os permitirá quedar como vizcondes recibiendo a emperadores cuando tengáis invitados. No puedo localizar la receta de Evelyne Ramelet, mi cocinera francesa preferida, así que os mando a wikipedia y podéis luego buscar recetas a vuestro gusto. Para ir haciendo boca, unas fotitos:

Hummmmm...


Evelyne Ramelet
Volvamos a lo nuestro. Chateaubriand. François Réné de. Vizconde de Chateaubriand. Bretón, de Saint-Malo. Escritor y político. Viajero. Y un romántico incurable que pidió ser enterrado en un islote de Saint-Malo al que se accede a pie cuando baja la marea.




De sus obras toca leer su Viaje a Italia. Cayó en mis manos una edición de 2007, preciosa, de José J. de Olañeta, Editor. Precioso es lo primero que se me ocurre cuando tropiezo con algo de Olañeta. El papel de la cubierta y del interior, du tacto y su color; las ilustraciones escogidas para el exterior y las guardas. Precioso, no se puede decir otra cosa.


Y del contenido, que es lo que importa, también se puede decir que precioso. Está escrito en forma de cartas, tres, desde Turín, Milán y Roma. Chateaubriand fue nombrado por Napoleón secretario de la embajada francesa en Roma de 1803 a 1804. Duró poco en el cargo dicen que por su carácter. Ya tenía 34 años y era un autor consagrado; el año anterior había publicado la que es su obra cumbre, El Genio del Cristianismo, en defensa de la religión cristiana frente a la pérdida de valores morales que achacaba a la Revolución Francesa. Sus propias contradicciones y su forma de actuar en política lo hacen un personaje atractivo. Era monárquico y revolucionario, defensor del cristianismo, pero no especialmente religioso; seguidor de Napoleón y opositor a Napoleón; miembro de L'Academie Française, uno de los grandes escritores galos y gran viajero.
En estas cartas, de aparente ligereza y fáciles de leer, despacha algunos lugares con una simple anotación que registra que estuvo allí y se demora en otros. Se demora pero no se eterniza, describe rápido, narra sucedidos o hechos que le interesan, reflexiona sobre los seres humanos y mira siempre a los clásicos, grecolatinos o más cercanos, para señalar la persistencia de la humanidad en sus errores. La traducción, de Plácido de Prada, es muy buena, por lo que contribuye a que la lectura sea un placer. El propio autor redacta algunas notas a pie de página, porque estas cartas se incluyeron en sus obras completas y las pulió y completó a ese fin.
Un libro de viajes excelente. Si conocéis los lugares que retrata disfrutaréis re-conociéndolos con otros ojos. Si esperáis verlos algún día será un acicate para acelerar en lo posible el viaje. Roma, Nápoles, Pompeya (que empezaba a salir a la luz), el Vesubio, nos esperan a través de sus ojos.
Lo que no veo muy claro es que el señor vizconde haya invitado a filet à la Chateaubriand a Napoleón, vista esa relación de "ahora te ajunto, ahora no te ajunto" que parece que tenían. A ver si el nombre del plato va a tener otro origen.

FRANÇOIS-RÉNÉ DE CHATEAUBRIAND. Viaje a Italia. José J.de Olañeta, Editor. 2007

















8 comentarios:

  1. Hola Severina,

    No suelo comentar las entradas que leo pero, en este caso, voy a hacer una excepción con la intención de desarrollar, si usted considera oportuno, un breve “debatillo”. La primera objeción que me gustaría puntualizar es la tajante afirmación que hace al referirse a Chateaubriand como “monárquico y revolucionario”. En términos histórico-políticos ambos conceptos no casan bien. No se puede ser monárquico y revolucionario porque la revolución es el revulsivo que tiene como fin derrotar la monarquía que, en ese caso, era absoluta. Siguiendo ese planteamiento ¿Charles Maurras se podría considerar revolucionario? Es más acertado emplear el término “contrarrevolucionario”.
    Otro aspecto, “duró poco en el cargo dicen que por su carácter”. Duró poco en el cargo porque fue un ultra-realista que albergó la esperanza de que se reinstaurase la monarquía e incluso asesoró a los miembros de la Santa Alianza.
    Para concluir, “romántico incurable” ¡y tanto! Sé de buena tinta, porque me diste clase hace algunos años, que el romanticismo es uno de tus puntos clave (cosa que respeto porque es un fenómeno muy interesante) pero creo que se debería explicar, a colación con su contexto histórico, lo oscuro que fue; no se puede ser revolucionario cuando se aboga por la exaltación de cualquier tipo de nacionalismo de corte reaccionario. No se puede ser revolucionario cuando se critica la disolución del organismo encargado de avivar el revanchismo durante el Terror Blanco francés. Por último, no se puede ser revolucionario cuando, en vísperas de la publicación de una de las primeras obras proto-feministas, se decide mirar para otro lado.

    Espero no haberme tomado demasiadas confianzas al publicar esto pero mientras pueda ejercer mi derecho a la libertad de expresión creo que es sano debatir.

    Un saludo de,

    Alguien a quien diste clase.

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  2. Hola Severina,
    No suelo comentar las entradas que leo pero, en este caso, voy a hacer una excepción con la intención de desarrollar, si usted considera oportuno, un breve “debatillo”. La primera objeción que me gustaría puntualizar es la tajante afirmación que hace al referirse a Chateaubriand como “monárquico y revolucionario”. En términos histórico-políticos ambos conceptos no casan bien, no se puede ser monárquico y revolucionario porque la revolución es el revulsivo que tiene como fin derrotar la monarquía que, en ese caso, era absoluta. Siguiendo ese planteamiento ¿Charles Maurras se podría considerar revolucionario? Es más acertado emplear el término “contrarrevolucionario”.
    Otro aspecto, “duró poco en el cargo dicen que por su carácter”. Duró poco en el cargo porque fue un ultra-realista que albergó la esperanza de que se reinstaurase la monarquía e incluso asesoró a los miembros de la Santa Alianza.
    Para concluir, “romántico incurable” ¡y tanto! Sé de buena tinta, porque me diste clase hace algunos años, que el romanticismo es uno de tus puntos clave (cosa que respeto porque es un fenómeno muy interesante) pero creo que se debería explicar, a colación con su contexto histórico, lo oscuro que fue; no se puede ser revolucionario cuando se aboga por la exaltación de cualquier tipo de nacionalismo de corte reaccionario. No se puede ser revolucionario cuando se critica la disolución del organismo encargado de avivar el revanchismo durante el Terror Blanco francés. Por último, no se puede ser revolucionario cuando, en vísperas de la publicación de una de las primeras obras proto-feministas, se decide mirar para otro lado.

    Espero no haberme tomado demasiadas confianzas al publicar esto pero mientras pueda ejercer mi derecho a la libertad de expresión creo que es sano debatir.

    Un saludo de,

    Alguien a quien diste clase.

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  3. Querido "alguien a quien diste clase": es un placer verte por aquí y, por supuesto que considero oportuno que opines y debatas. Este blog es solo un diario de lecturas y las opiniones que aparecen en él son solo mías, lo que quiere decir que son totalmente subjetivas y falibles. Me satisface que me recuerdes y que te hayas tomado la molestia de leer estas cosillas y de escribir, largo y tendido, una réplica. Pero tendré que darte un tironcillo de orejas: ¿Recuerdas mi interés por el Romanticismo y no recuerdas mi aversión por el anonimato? ¡Con lo pesada que soy con eso de opinar lo que se quiera, pero siempre dando la cara! Es decir, mi querido "Anónimo", que me gustaría mucho saber quién eres.
    De cualquier manera, te agradezco la lectura de esta página y te reitero mi alegría por encontrar por aquí a un exalumno. Me gustaría mucho que siguieras leyendo estas cosillas.
    Un cordial saludo.
    Severina

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  4. Siempre está bien sentir de nuevo esa sensación de que "te corran a gorrazos" jajaja. Perdona que no te haya contestado hasta ahora pero estoy inmersa en unos compromisos académicos que, si en algún momento te interesan, te puedo contar sin problema.

    Te doy una pista: del "tu dijistes" (ya sabes, patrimonio del Valle de Cayón) pasé a la forma correcta "tu dijiste".

    Probablemente no te acuerdes de mí porque tampoco es que fuera una alumna excepcional en tu asignatura. Soy Eva Gómez Fernández.

    Un abrazo

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    1. Eva, estaba convencida de haberte contestado a este comentario de forma particular y de haberlo publicado, pero me está saliendo de forma repetida y no sé dónde tengo el error, lo siento. Te busqué en todos mis cuadernos y te encontré, me hizo mucha ilusión. ¡Ah! y no se recuerda a los alumnos por lo buenos que sean en la asignatura, se los recuerda por tantas cosas que te asombrarías. Un abrazo.

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