Tengo una caja llena de adjetivos. Me gustan mucho las
cajas, son como contenedores de misterios; no importa que estén vacías o
llenas, mientras estén tapadas son una posibilidad plena, en ellas puede estar
todo. Y pueden ser reales y ocupar sitio en estanterías, cajones, armarios, o
imaginarias. De todas tengo. Cajas vacías desperdigadas por casa. Cajas vacías
desperdigadas por la memoria. Cajas llenas de fotos y papeles viejos. Cajas llenas
pensamientos. Y una caja llena de adjetivos. Toda una vida guardando adjetivos
por si un día se necesitan. Por si acaso. Por si. A Marie Kondo le daría una
urticaria.
Y llegó el día del por si. Y necesité la caja de los
adjetivos.
Hace muchos, muchos años, en 1990, Dacia Maraini ganó el premio Campiello, dicen que el más prestigioso de las letras italianas. La
larga vida de Marianna Ucrìa era el título de la novela premiada. Como, además
de cajas misteriosas, tengo cuadernos, cuadernillos, libretas, libretines, por
docenas y también llenas de posibilidades, anoté en una de ellas el título para
leerlo en cuanto se publicara en español. Pero el tiempo fue pasando, la
libretina no va a la librería, y, si va, no tiene opciones, porque la
competencia allí es muy fuerte y el libro queda aparcado para mejor ocasión.
Hasta que, hace un par de meses, en la librería solidaria, Marianna Ucrìa me gritó desde la
estantería. Y dos euros tuvieron la culpa de que viniera conmigo
a casa y se pusiera en la cola. Tenía una competencia dura, Maryse Condé, Jumpa
Lahiri, La poeta y el asesino, Ricardo F.Colmenero…, pero esta vez no se me iba
a despintar.
Además, hace cuatro o cinco años, un librito pequeño de
Dacia Maraini me encontró en otra librería; Bagheria, el regreso de la
escritora al lugar de su infancia, de parte de su infancia. El libro me fascinó
y me descubrió a una escritora grande. Siempre lo recomiendo y lo presto. Y,
como con cada lectura, y gracias a la inmediatez de internet, (dónde vas, Gran
Enciclopedia Larousse, dónde vas, triste de ti) conocí la trayectoria de la
autora y me enganché.
Y ahora estoy aquí, en plena resaca lectora de La larga
vida de Marianna Ucrìa y ¿ qué digo para convenceros de que la leáis? ¿Os
cuento lo de que está muy bien documentada en los usos y costumbres del siglo
XVIII? ¿Lo de que la autora hace un análisis crítico, breve pero certero, de una
sociedad decadente y cruel, con las miserias de grandes y villanos? ¿Lo de que
parece que Marianna fue o está inspirada en una antepasada de la autora? ¿Lo de
que Maraini es una feminista sin gritos ni estridencias, pero con una mirada profunda
y agudísima sobre la vida de las mujeres, nobles o plebeyas? ¿O la fascinación
de un personaje que se descubre y se analiza y duda y se permite crecer? ¿O de
la garra que tiene su escritura, a pesar de la traducción?
Como no acabo de ver que esto sea suficiente para seducir a
posibles lectores recurro a mi caja de adjetivos. Está llena a rebosar, debería
tenerlos bien ordenados y clasificados, pero es un revoltijo tremendo, y, por más
que rebusco, solo encuentro esos que la profesora de lengua que me habita me
prohibiría utilizar: maravillosa, estupenda, buenísima, inolvidable, magnífica.
Esos que, de tan manoseados, ya no dicen nada, de tan superlativos, ya no se
pueden superar.
Renuncio a los adjetivos, aunque seguiré guardando la caja
por si, que nunca se sabe.
Pero, decidme, ¿qué os parece esto?:
¿Qué no se entiende de qué va? Claro, no os había contado nada.
Hija sordomuda de familia noble de Palermo, instruida en lectura y escritura, pobrecita,
ya que era una tullida, por lo menos que pudiera entenderse con la gente; y
habrá que buscarle un acomodo para la vejez, un marido que quiera cargar con
ella gratis, o mejor, a cambio de dinero, que la familia está en la ruina… Señor marido tío.
Os prometo que no es un culebrón. Es una novela, sin
adjetivos.
Sobre la autora:
(5 de mayo de 2019)
(4 de julio de 2013)
La larga vida de Marianna Ucrìa
Seix Barral, 1991
Bagheria
Ed. Minúscula, Barcelona, 2013
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