jueves, 26 de enero de 2023

ROSA MONTERO. EL PELIGRO DE ESTAR CUERDA

    Y ahora qué vas a hacer con ellas. Cuatro páginas, cuatro. Cuatro páginas abarrotadas de nombres de artistas, de científicos, de títulos de libros, de frases que te remiten a ideas, a citas, a las páginas donde te gustaría volver. Y, al llegar al final, en el sitio ese donde van los agradecimientos, aparecen también todos esos datos. Esto no se me hace, Rosaamiga, esto no se nos hace a las sufridas y esforzadas y entusiastas lectoras de tu obra. Qué hago yo ahora con esas cuatro páginas. Ah, sí, que las citas y las ideas inspiradoras son cosa mía y no están entre tus datos. Tienes razón, discúlpame, es la intensidad.


    Termino la lectura de tu libro poseída por la intensidad. No te mosquees, no es broma. No es la intensidad de los creadores, de la que tú hablas a lo largo de la obra. Es la intensidad del lector, o, al menos, de esta lectora, capaz de subir al peldaño más alto desde una página cautivadora y de desaparecer en la nada desde un párrafo demoledor en cuestión de minutos. 

    Y ahora estoy en el peldaño más alto, en el séptimo cielo, media hora después de terminar de leer “El peligro de estar cuerda”. La media hora la dediqué a buscar en san google a algún personaje que aparece en el libro: soy lectora crédula y me cuesta a veces distinguir entre la realidad y la ficción. Qué quieres, me creo a pies juntillas la verdad de las mentiras.

    Instalarse en el séptimo cielo tiene el problema de la falta de objetividad, pero ¿quién quiere ser objetiva al hablar de un libro que le gustó mucho? ¿y cómo contar en pocas palabras por qué te gustó?, ¿por dónde empezar?

    Por los títulos, tan sugerentes, de los capítulos, que son un buen hilo conductor de una trama que es y no es. No es una novela, no es un ensayo, no son unas memorias. Pero es. O por las citas de autores, queridos o desconocidos, desde Pessoa, “la necesidad de la literatura porque la vida no basta”, hasta una tal Rosa Montero, “los humanos somos palabras en busca de sentido”. La duplicidad, la infancia rota, la impostura, el estupor. O por Pascual y Amalia y Brines y Hierro, desde la nada al todo. Y el título, ese préstamo maravilloso. Tranquila, que no voy a destripar nada.

    Lo único que no leí todavía, lo tengo trasmañanado, es la entrevista con Doris Lessing. Necesito aire entre medias. Porque yo ya te leía en aquellas entrevistas magníficas que hacías para El País cuando las dos éramos más jóvenes y sé que la voy a recordar y disfrutar con intensidad, faltaría más, pero no quiero mezclar. Además, Doris Lessing es una de las autoras que admiro y puede ser que su lucidez pesimista me apene un poco. Fíjate, lo que dices de su diógenes me recordó una de sus novelas, la que más me gusta, “Diario de una buena vecina”. Otro día pasaré un rato con Doris.

    Guardaré las cuatro páginas volanderas en una de esas libretinas de apuntar lecturas, me prepararé para leer alguna de las muchas sugerencias tuyas, creo que empezaré por la “Zenobia del Alma”, de Trapiello y “Un ángel en mi mesa” de tu querida Janet Frame. Seguiré leyéndote, agradeciendo tus libros y tu trabajo periodístico, aunque me tendrás que perdonar porque con Bruna Hasky no acabo de engranar, igual tengo que darme otra oportunidad. Y que sepas que llevas ya mucho tiempo en mi almáciga de amigas, sección escritoras.

Rosa Montero. - El peligro de estar cuerda. Seix Barral, 2022


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