Irlanda, capital… Dublín.
En aquella escuela unitaria de escasos medios, el coro de niñas se peleaba con las capitales de Europa, de pie, en media rueda, alrededor de un mapa añejo en el que aparecían las repúblicas bálticas como países independientes, las pobres. Aquel mapa era su única ventana geográfica al mundo; no, no tenían tele, y la radio no tenía imágenes, a quién se le ocurre. El cine tampoco era una opción.
Así que tendrían que pasar años hasta que pudieran plantearse que, quizá, la capital de Irlanda fuera Brooklyn y no Dublín. Tuvieron que llegar Mary Kate Danaher, el tranquilo Sean Thornton y el entrañable Michaleen Flynn, con su visión amable y tradicional de Irlanda, para que aprendiéramos a situarla en el mapa. Y más películas. Y los libros, tantos libros que desmitificaron aquella Irlanda verde, brillante, amigable, cervecera.
Y ahora aparece Tóibin, Colm Tóibín, uno de esos escritores que tienes aparcado en algún sitio. Un buen amigo te regala un par de libros y te regala un par de mundos. Él ya lo sabe, por eso lo hace. Y, tú, feliz. Empiezas por Brooklyn, el de Tóibín, después de echarlos a cara o cruz, y te enganchas a Eilis, la prota. La vas a acompañar en su despertar a la vida real, desde sus clases de contabilidad y su empleo de fin de semana para ayudar en casa con unas perrillas, hasta la toma de decisiones que condicionarán toda su vida adulta.
Asistes a la aceptación del viaje que la convertirá en emigrante irlandesa en Brooklyn. Viaje que surge casi de la nada. Sacerdote americano de origen irlandés que viene de visita con propuestas de trabajo que la madre y la hermana de Eilis negocian sin palabras, sin precisar, sin aclarar, entre el té, las pastas que se compran para las visitas y los sobreentendidos, los silencios. Y, casi al principio de la novela, Eilis, que solo pensaba en sus clases, en sus amigas, en el baile del fin de semana, que había querido emigrar a Inglaterra y no se lo habían permitido, supo, en aquel té, que no se trataba de una propuesta para su hermana mayor, sino que su destino estaba decidido de antemano: ella iría sola a trabajar a aquel otro mundo, tan extraño. “En medio de aquel silencio, se dio cuenta de que, de alguna forma, ya se había acordado tácitamente que Eilis iría a América”.
La decisión no fue suya. Por su bien, por su futuro, llegar a ser contable en unos grandes almacenes, buen puesto, buen sueldo. Y trabajar para gente de bien. Cómo no recordar a Daniel, el Mochuelo, en su noche triste, la última antes de seguir el camino trazado para él por sus padres, para mejorar su futuro.
El miedo a lo desconocido, el dolor por lo que se va a dejar atrás, la nueva soledad, el dolor ante la separación familiar. Miedos y dolores por anticipado. Y silencios, muchos silencios.
Eilis aprenderá entre miedos y silencios prudentes a convivir en la pensión, en el trabajo, en la parroquia de su benefactor, en esos bailes que por fin disfruta. En América, pero en Irlanda, porque Brooklyn está poblado por irlandeses cargados de añoranza. Conocerá la independencia económica y la libertad y la soledad. Irá, poco a poco, viviendo más llevadero el dolor de la separación familiar y acomodándose a la nueva vida, amigas, novio, marido. Siempre expectante. Entre dos mundos, el añorado y el real.
La muerte de su hermana Rose la lleva de regreso a casa. Recupera su antigua vida, pero ya sabe más.
A ver, frena, que vas camino del destripe y eso no te gusta. En realidad, lo único que quieres decir es que la Eilis que emigra, muy joven e inmadura, toma decisiones empujada por lo que cree que deber ser y cuando, tras el regreso a casa, se replantea nuevos caminos, descubre que esas decisiones, todas, hasta la más nimia, condicionan sus posibilidades de futuro, que su libertad estuvo comprometida desde el principio, desde aquella decisión tácita que la había alejado de su pequeño rincón irlandés.
Así que confórmate con decir que la novela te gustó mucho y que mereció la pena leerla. Y acuérdate de dar las gracias a Jesús por el regalo de otro mundo, de otra Irlanda, pero de Irlanda, capital…Brooklyn.
Colm Tóibín.- Brooklyn. Ed. De Bolsillo, 2016
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