lunes, 19 de junio de 2023

HÉCTOR ABAD FACIOLINCE. Salvo mi corazón, todo está bien.


    Si es que no tienes criterio, mira que te lo tengo dicho; no tienes criterio, a pesar de haber estudiado el bachillerato. Ah, claro, que tu bachillerato no fomentaba el espíritu crítico del alumnado ni tenía un perfil de salida, solo obligaba a memorizar la lista de los reyes godos y la de los participios regulares e irregulares. Pues así te va, guapa. Que todo te gusta, no sabes discernir. A ver qué leíste ahora que ya estás deseando contar lo mucho que te gustó. Y sin dejarlo reposar, que terminas el libro y corres como una loca al ordenador a escribir lo primero que te viene a la cabeza.

    Es verdad que primero tienes que comprobar unas cuantas cosas en la googlepedia, porque las novelas ya no son solo ficción y a ti la curiosidad te mata. El narrador y el protagonista, Aurelio y Luis, son frailes cordalianos y esa orden no te suena. Claro, te dices, son personajes de ficción. Pero no, porque escuchaste una entrevista al autor en la que decía que se había inspirado en cura bueno que había sido amigo suyo y el salseo te puede: hay que localizar al amigo inspirador. Y desempolvar el vocabulario elemental de latín, que corda suena a corazón y en la novela el corazón, en todas sus acepciones, es personaje muy principal, así que la orden, en realidad, no es. Luego hay algunos personajes reales y otros inventados, pero todos son. Porque las novelas tienen su verdad, la verdad de las mentiras, que dice Varguitas. Y en esta novela lo inventado está tan bien trabado con lo real que el resultado es una verdad indiscutible.

Héctor Abad Faciolince con la maqueta de su última novela, fotografiado por su hija Daniela. (Publicación de elcolombiano.com)


    También encontraste que el autor tuvo una operación a corazón abierto mientras escribía la novela. Como el prota, que está a la espera de un trasplante. ¿Ves cómo la impaciencia por decir lo mucho que te gustó la novela te impide decirlo bien y te hace liarlo todo? Lelo cuenta la vida de Luis y el camino que lo llevó al quirófano, cuenta la historia de su amistad (inquebrantable, cuando se habla de amistad hay que decir inquebrantable) O, mejor, Lelo escribe la vida de Luis para que su común amigo Joaquín tenga menos trabajo al escribir una novela o biografía o lo que quiera que sea que quiere escribir sobre Luis. Y en esos papeles se cuela su amistad, que, a veces se pone a prueba. Y se cuelan las reflexiones de Luis, el Gordo, y las decisiones que piensa tomar sobre su vida en cuanto salga del quirófano.

    Y Carlos Alberto Calderón. Y Medellín. Y Colombia. Y un poco de su historia contemporánea. Y el repaso al sacerdocio católico desde la mirada de un escritor descreído. Y Teresa y Darlis y Sara. Y el cine y la ópera, las dos pasiones de Luis. Y la poesía. Todo está en la novela formando parte de la verdad de una mentira que te envuelve. Y la cadencia de la narración, tan poética a pesar de las largas explicaciones histológicas, o lo que sea, sobre un órgano corporal que es a la vez espiritual. Claro que ahí te ayudó mucho empezar la novela en un audiolibro prestado por la biblioteca. Los audiolibros tienen mucho peligro porque dependen de la voz lectora. En este caso, el relato de Lelo tiene un precioso acento colombiano acompañado de una nota emotiva que seduce a quien escucha. Y en la edición en papel, los poemas, los fragmentos de ópera, con sus códigos cuerre para poder escucharlos, sus corazones.

    Y el título. Este hombre es un maestro de los títulos. Los toma prestados por ahí: este es el último verso de un soneto de un poeta colombiano. Y ningún especialista en marketing, márquetin, perdón, mercadotecnia, podría mejorarlo.

    Que sí, que el autor te gusta; que sí, que la novela la disfrutarse más que un niño chapoteando entre el barro. Y que ahora te tirarás unos días flotando en la nube de la fantasía. Pero no me convences: sigo opinando que no tienes criterio. 

    Porque cuando bajes de la nube encontrarás otro libro y me volverás a contar la misma historia.



Maria Callas y Giuseppe Di Stefano - Veranno a te sull'aure. 
Lucia di Lamermoor (Donizetti)

HÉCTOR ABAD FACIOLINCE.- Salvo mi corazón, todo está bien. Ed. Alfaguara, 2022



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