Hace unos días volvió a mis manos una novela que había prestado y que circuló por varias manos antes de volver a casa. Esto es una cosa que me gusta, que los libros circulen en préstamos sucesivos porque el boca a boca hace crecer el interés por ellos. Incluso no me importa que alguno no regrese, pero no os acostumbréis.
No recuerdo como llegué a este libro, solo supongo que lo habré visto en la librería, recién publicado, o, quizá él me vio a mí y me guiñó el ojo con coquetería de "nuevo en esta plaza"; soy facilona y me lo llevé a casa. Al poco se organizó la tertulia literaria y tuve que comprar otro ejemplar porque el primero, el que ahora regresa , ya había empezado su vida autónoma corriendo por ahí, se había ido a la capital a respirar otros aires.
Premio Goncourt 2016, autora joven, treintañera, madre, periodista primero, novelista después, nacida en Marruecos, de origen burgués. Todos los ingredientes para rastrear en la novela rasgos autobiográficos. Sin embargo, la novela nace del terror y lleva al terror: la autora se inspira en un hecho real, el intento de asesinato de unos niños por su niñera. Que no, que no, que no destripo nada. "El bebé ha muerto". Esta es la primera frase de la novela, como veis, no soy yo la que acaba con el suspense.
Todos los asuntos que aparecen en la obra nos conciernen de una u otra manera. La madre, joven profesional que se ahoga en casa, lejos del trabajo en el bufete, ocupada en la crianza de sus pequeños, y que se siente culpable por ese ahogo, por esa frustración. El padre, moderno, sí, pero que prefiere que su mujer siga en casa ocupándose de los niños. El entorno social, que no tiene una respuesta a los retos que la maternidad plantea en un mundo que se mueve hacia la igualdad. La búsqueda de la niñera perfecta, mejor que no sea emigrante, mejor Louise, dulce, rubia, pálida; los prejuicios de clase, de cultura. La relación laboral entre Louise y sus jefes, ¿patronos?: no es de la familia, no es una amiga, pero se le encomienda durante muchas horas lo más amado y lo más frágil.
Os leo la mente: estáis pensando en La mano que mece la cuna. Pero no. Me parece mucho más compleja. La personalidad de Louise, que va dejando algún rasgo extraño a medida que avanza el relato y que nos va preocupando, descubrirá un mundo de horror. Cuando hablamos de Poe en clase siempre hablamos del "terror del alma". Pues de ese horror. Del producido por el abandono, por el desamor, por el desarraigo, por la pobreza.
Sí, tenéis razón, es un libro duro. Es un libro que nos plantea preguntas, que nos empuja a buscar respuestas, que nos incomoda porque nos enfrenta a nosotros mismos. Pero eso es la literatura desde el bueno de Aristóteles, creo.
Y la propia autora, en las muchas entrevistas que concedió con motivo del premio, habla de ese terror y explica el título por su relación con el mundo de la infancia, con el terror de los cuentos de hadas. De ellos dice que tienen un lado horrible, que narran los terrores de la humanidad, los terrores de la infancia.
henri-salvador-une-chanson-douce-lyrics.html
Henri Salvador y Celine Dion. Une chanson douce
Doscientas cincuenta y pico páginas, una traducción impecable de Malika Embarek López, una edición muy bonita de Cabaret Voltaire y dos citas, muy adecuadas al contenido de la novela, de Kipling y Dostoyevski.
¿Alguien da más?
LEILA SLIMANI. Canción dulce. Cabaret Votaire, 2017
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