Siete cuentos, siete, de la escudería de Haruki Murakami, si
se me permite el símil entre taurino y motero. Siete cuentos entre bravos y
tiernos que remueven con suavidad las entretelas de la escéptica lectora. Siete
cuentos que nos enfrentan a la soledad, ese tremendo lugar por el que tanto
cuesta caminar a lo largo de la vida. Aquí quedaría muy bien parafrasear lo de
la insoportable levedad del ser, pero vamos a dejarlo en que la vida, las vidas,
las más felices también, las felices sin interrupción, si es que existen,
siempre caminan por el territorio de la soledad y ese territorio es áspero.
Siete cuentos que hablan de la fragilidad de los hombres sin mujeres o, lo que
es lo mismo, de la fragilidad del amor, del desamparo en el que queda quien ama
y no es amado según espera, o quien fue amado y perdió el favor del amor. Siete
cuentos con personajes actuales y atemporales a la vez. Mujeres que observan,
que aman, que engañan, que abandonan, que entretienen con historias. Hombres
que observan, que aman, que abandonan, que escuchan historias. Y todos ellos
fascinados por las mujeres, la mujer, de tal modo que, cuando ellas desaparecen
de sus vidas, quedan desnortados, como gallo sin cabeza, que diría mi tía
Virtudes
No puedo elegir uno de los siete, aunque es cierto que no
todos engatusan de la misma manera. Pero la forma de relacionar el primero y el
último me sorprendió y me gustó mucho. Ese hilo sutil que traspasa todas las
historias, da unidad al libro y no se intuye hasta el final de la lectura es la
prueba de la maestría del autor y garantía de disfrute para sus lectores. Y
luego están esa moderna Sherezade y ese Samsa sorprendente.
Esto sí, querido, Mura. Tuya para siempre.
Haruki Murakami
Hombres sin mujeres
Tusquets, 2015
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