CIAO, COMMISARIO
No es que sea tremendo, ni rarísimo, ni hace daño a nadie, pero reconocerás que muy normal no es. No es un familiar ni un amigo del alma; ni un vecino de la escalera. No es una mascota, palabras mayores. Ni una gloria de la pantalla o el deporte, ni una testa coronada con un siglo de reinado. Ni siquiera existe fuera del papel. Y tú empeñándote en despedirte de él.
Primero lo conoces por azar y con un poco de reticencia, que los protas de novelas policíacas son muy suyos. Es cascarrabias y gruñón. También tierno, pero sin pasarse, a ver qué va a pasar aquí. Busca al culpable como un perro de caza que persigue a su presa, pero lo que le mueve es hacer justicia a la víctima a través de la verdad. Y empiezas a abandonar la reticencia. Hijo de su tiempo y de su tierra, es celoso con su eterna novia pero no tiene problemas si alguna le hace ojitos. Se ahoga en su destino de montaña y se siente feliz cuando llega, con La forma del agua, a la orilla del mar. Leal con los hombres bajo su mando, ¿mujeres en la policía, allí y entonces? ¡Vade retro! Leal con los delincuentes tradicionales y sus familias, implacable con los prebostes del crimen organizado y sus sobornados y cómplices de la política y de la curia.
No, no es perfecto. Tiene muchas aristas. Y un peculiar sentido de la justicia. Quizá porque lee. Quizá porque observa. Quizá porque escucha mucho y sabe de la negrura que puede esconder el alma humana.
Y sí, tiene miedo, ¿qué policía no lo tiene? Tiene miedo sobre todo a ese misterio insondable que es el ser humano y a sus impulsos, a sus deseos más vergonzosos, porque sabe, su experiencia se lo va enseñando, que todos, desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca, somos capaces de lo peor.
Disfrutón. Los salmonetes y los pulpitos del Mediterráneo tienen en él a un depredador feroz que, a veces, pasa malas noches por cenar como un canónigo.
Irónico. Para qué seguir.
Y ahora toca despedirse de él porque su creador ya no está. Y, Pirandello dixit, los personajes necesitan autor. Si no hay autor, no hay personaje. Todo el mundo entiende que te apene la muerte del autor, pero les parece chifladura que te quieras despedir del personaje. Sí, es de papel, pero es un amigo de tantos años…
Así que, desde la piedra plana, ¡ciao, commisario!
ANDREA CAMILLERI. Riccardino. Tusquets, 2022
Esther Abrami - El padrino
No hay comentarios:
Publicar un comentario