Luis Sepúlveda, escritor chileno afincado en Gijón, nos acaba de dejar huérfanos por culpa del coronavirus.
Su mujer, también chilena y también escritora, la poetisa Carmen Yáñez, se despide de él con este poema que publica el diario gijonés El Comercio:
Ignorantes de la luz que circundaba la inocencia
éramos tan felices amor mío
con el calor de nuestras manos juntas
cruzando todos los caminos
y riéndonos de los obstáculos de piedra o granizo
que nos intentaban parar esa carrera irresponsable de la felicidad.
Éramos tan felices
y no nos enterábamos de la dimensión de la vida.
De la invisible amenaza, de la larga sombra del miedo,
no lo sabíamos nosotros, irreverentes.
Amándonos con proyecciones de futuro.
Hoy ya no pienso más allá de mañana cuando espero
tu prueba de vida dicha por otros.
 |
| Luis Sepúlveda y Carmen Yáñez. El Comercio |
Otro poema de Carmen Yáñez:
Mujer
Cuánto diste, mujer:
siglos de luces
que no reflejaron las conciencias
tragadas por abismos de silencio.
Cuánto más:
raíces para contener la tierra
terciopelo del amor
una espiga hasta alcanzar el cielo
fértiles semillas del coraje
para un mundo habitado por la guerra.
Cuánto más.
Desde tus ojos
alboradas y nieblas,
revisión del juicio
a la esperanza de las flores.
Diminuta de pequeñas cosas
rescatadas de la infancia
en la escritura de los sueños.
Cuánto más.
Hojas que cubren el pudor del universo
lagos generosos de aguas vírgenes
espesura del secreto
de las profundas raíces de tu tiempo.
Cuánto otoño
inundando la tierra
y un color crepuscular
en la corteza.
En homenaje a Luis Sepúlveda podemos leer sus novelas, su poesía, sus artículos. Un viejo que leía novelas de amor o Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar son buenas opciones, pero también lo es este poema (gracias, Mercedes Ce, por acercarme a él)
No hay comentarios:
Publicar un comentario