Recuerda, cuerpo…
Recuerda, cuerpo, no sólo cuánto fuiste amado
ni tan solo los lechos en los que te acostaste,
sino también aquellos deseos que por ti
claros brillaban en los ojos,
y temblaban en la voz – y los frustró
un fortuito obstáculo.
Ahora que ya todo yace en el pasado,
hasta casi parece que te entregaste
a aquellos deseos – recuerda cómo
brillaban en los ojos que te estaban mirando;
y cómo temblaban en la voz, por ti, recuerda, cuerpo.
Niké. Museo arqueológico de Olimpia |
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