Blanco en lo blanco
Haz una llave, aunque sea pequeña,
entra en la casa.
Consiente en la dulzura, ten piedad
de la materia de los sueños y de las aves.
Invoca el fuego, la claridad, la música
de los flancos.
No digas piedra, di ventana.
No seas como la sombra.
Di hombre, di niño, di estrella.
Repite las sílabas
donde la luz es feliz y se demora,
vuelve a decir: hombre, mujer, niño.
Donde la belleza es más nueva.
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| Eugénio de Andrade por Xulio Formoso |
Un amigo es a veces el desierto
Un amigo es a veces el desierto,
otras el agua.
Despréndete del ínfimo rumor
de agosto; no siempre
un cuerpo es el lugar de la furtiva
luz desnuda, de limoneros
repletos de pájaros
y el verano en los cabellos;
es el oscuro follaje del sueño
donde brilla
la piel mojada,
la difícil floración de la lengua.
Lo real es la palabra.
Apoyas la cara en la melancolía
Apoyas la cara en la melancolía y ni siquiera
oyes el ruiseñor. ¿O es la alondra?
No toleras el aire, dividido
entre la fidelidad que debes
a la tierra de tu madre y al casi blanco
azul donde el ave se pierde.
La música, llamémosla así,
fue siempre tu herida, mas también
fue exaltación sobre las dunas.
No oigas al ruiseñor. O a la alondra.
Es dentro de ti
donde toda la música es ave.
Amalia Rodrigues. Mariquinhas

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