POESÍA GOLIÁRDICA
(ss. XI-XIII)
La aldeana y el escolar
1
Salió de mañana al prado
una joven aldeana
con su hato y su cayado
y manto de blanca lana.
2
Llevaba en el rebañito
una oveja y una asnilla,
una cabra y un cabrito,
su ternero y ternerilla.
3
Divisó en la pradera
recostado a un escolar:
“¿Qué haces ahí de esa manera?
Ven conmigo a retozar.”
Estaba la zagaleja
1
Estaba la zagaleja
con su túnica bermeja;
y cuando alguien la tocaba,
la túnica se quejaba.
¡ea!
2
Estaba la zagalica
como una fresca rosita:
la cara resplandecía
y su boca florecía.
¡ea!
3
Pegada al tronco de un árbol
estaba la zagalilla,
y el nombre de sus amores
escribió sobre una hojilla;
la diosa Venus se presenta luego
y le infunde un vivo fuego,
un gran amor
por su amador.
Carl Orff. Carmina burana.
Confesión goliárdica
1
Apenas nacido el día
nos conviene ya beber;
bebamos con gallardía,
volvamos luego a beber.
2
Quien cofrade quiera ser,
que beba hasta cuatro veces;
beba una vez y otra vez,
hasta que apure las heces.
3
Beba aquel y beba aquella,
beba el criado y la doncella;
beba el señor, la señora:
que a beber no haya demora.
4
Por todo buen bebedor,
por difuntos y cautivos,
por papa y emperador,
brindemos con puros vinos.
5
Esta sola es la fe báquica
y la esperanza goliárdica:
“Mucho vino ha de beber
el que salvo quiera ser.”
6
Sea nuestra salutación
una luenga potación,
y perduren estos ritos
por los siglos infinitos.
Tuna universitaria de Madrid. A mí me gusta el vino.
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