(1884-1964)
Las tres hijas del Capitán
Era muy viejo el capitán, y viudo
y tres hijas guapísimas tenía;
tres silbatos, a modo de saludo,
les mandaba el vapor, cuando salía.
Desde el balcón que sobre el muelle daba
trazaban sus pañuelos mil adioses,
y el viejo capitán disimulaba
entre gritos y entre toses.
El capitán murió… Tierra extranjera
cayó sobre su carne aventurera
festín de las voraces sabandijas…
y yo sentí un amargo desconsuelo,
al pensar que ya nunca las tres hijas
nos dirían adiós con el pañuelo..
Soneto
Catorce versos de bruñido acero
sobre un paño de mármol que al sol brilla,
panoplia del idioma que Castilla
labró al pulir el tosco Romancero…
Es el soneto. En cada puño fiero,
de cada espada tersa y sin mancilla,
una rosa de plata se atornilla
o un amorcillo ríe prisionero.
Es el soneto. Sus catorce espadas
se entrechocan y forman enlazadas
el dosel de la musa pensativa…
Y así el símbolo puro se completa:
fulgor de hierro en el dosel de arriba,
y abajo la humildad de la violeta.
Regreso
Otra vez, Santander, aquí me tienes,
descansando en la paz de tu bahía;
¡dame, para ponérmela en las sienes,
la corona de tu melancolía!
El ancla he echado en ti breves momentos
después de recorrer medio planeta;
¿dónde los caprichos de los vientos
llevarán de mi vida la veleta?
Vengo a sentarme, lleno de fatiga,
bajo la sombra de la puerta amiga
que cobijó a los míos veneranda…
Quizá el camino tomaré de nuevo
cuando vuelva a gritar: ¡álzate y anda!
el ansia aventurera que en mí llevo.
Nando Agüeros. ¡Mar Cantábrico!
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