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"Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida"
Michel Houellebecq




jueves, 1 de octubre de 2020

Annie Ernaux. Los años

    No sé cómo hablar de los libros que me entusiasman. Como Anarrojas, prefiero no decir nada de los que no me gustan o de los que me son indiferentes, para qué, están ahí y tendrán otros lectores amigos que sepan ver en ellos lo que yo no veo. Pero a los que me gustan y a los que me gustan mucho, no sé cómo ponerlos ante los ojos de los demás. Todas las palabras eruditas “que me sabía” y que ya se me están borrando a mí también, me parecen huecas para hablar de una narración que toca la fibra más íntima (que también hay fibras casquivanas que van al aire y se exhiben sin pudor)

    Y luego está el vicio confesable de leer sobre libros, que si reseñas, que si suplementos literarios o programas de radio, de esos escondidos en horarios impresentables y que se recuperan gracias a ese invento de los archivos sonoros, uy, perdón, podcasts. Esas lecturas son buenas porque ofrecen otros puntos de vista que ayudan a ver y a mirar, y son malas porque… No, no son malas, lo que les pasa, aquí quedaría mejor sucede, es que también son incapaces de mostrar el libro del que hablan más allá de una presentación sugerente, que no es poco; en este caso, algo así como esas fotos de postres de los anuncios de restaurantes de postín que sirven como reclamo y hacen salivar a los golosos.

    Y así, esta presunta “nueva forma de autobiografía, impersonal y colectiva”, presentada como una buena tarta de chocolate con su nata, es y no es una biografía de la autora. Lectora viciosa que soy, no veo la autobiografía de Annie Ernaux, que, por otra parte, desconozco; veo el lado más íntimo de personas, sobre todo mujeres, ante el paso del tiempo; veo lo que podría ser la vida de la autora, sí, pero también la de muchas mujeres de su generación en cualquier país de Europa occidental. Veo mis inseguridades y mis certezas, mis alegrías y mis miedos, mi “sensación de urgencia”, mi vida pasada y por venir, en la escritura de madame Ernaux. Y veo la de muchas mujeres que conocí y conozco. Creo que es un asunto de carné de identidad, qué pena.


    Ahí está esa profesora jubilada que lleva años preparando la escritura de un libro siempre pospuesta por las urgencias de su vida, mientras que ella, su familia, sus amigos, sus conciudadanos atraviesan la historia oficial que les toca vivir al tiempo que luchan a brazo partido con sus vicisitudes personales. Una tal “ella”, presentada mediante fotografías de momentos críticos o especiales y comidas familiares que todos hemos rechazado y acatado, es la protagonista de esta narración. Una “ella” a la que, intuyo, la vida se le queda algo corta, ¿a quién no? Una “ella” exigente, crítica, que busca cómo dar forma a su libro. Una “ella” que analiza la forma en que vivió todos los acontecimientos que conforman el mundo que le tocó en suerte, la guerra de Argelia o el resultado de Eurovisión, las canciones y las películas que la acompañaron o las reticencias a votar a un determinado candidato a presidir la República, los onces de septiembre y los mayos de esperanza:

    “Lo que cuenta para ella, es, al contrario, captar esa duración que constituye su paso por la tierra en una época determinada, ese tiempo que la ha atravesado, ese mundo que ella ha grabado, solo con vivir.” (pág. 316)

    Lo que cuenta para la lectora es haber disfrutado de poco más de trescientas páginas de lectura gozosa, con el lápiz en la mano, porque estos tiempos son poco propicios a la concentración y llenar de rayajos las hojas ayuda a leer. Y haber disfrutado a pesar de la lucidez de la señora Ernaux, pues como es bien sabido, la lucidez y el conocimiento son fuentes de infelicidad. 

    Lo voy a dejar en melancolía, Annie, guapa. Y me voy a leer tus otros libros, aunque la reseña que Marta Sanz acaba de hacer del recién publicado Una mujer desasosiega un poco.


Annie Ernaux. 

Los años. Traducción de Lydia Vázquez Jiménez. Cabaret Voltaire, 2019

Una mujer. Id. Id. 2020

Dorothea Tanning. Cumpleaños



2 comentarios:

  1. Cada vez q te he leído (una de las veces, escuchado), he pensado: "La Seve tiene artes". Hoy, tb (te he leído, he pensado y tienes artes).

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  2. Así me gusta, jefa, que practiques el noble arte del enjabonado, ja ja ja. Gracias por leer estas cosillas y por estar ahí.

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