(1875 - 1908)
Madre Melancolía
A tus exangües pechos, Madre Melancolía,
he de vivir pegado con secreta amargura,
porque absorbí los éteres de la filosofía
y todos los venenos de la literatura.
En vano –fatigada de sed el alma mía-
sueña con una Arcadia de sombra y de verdura,
y con el don sencillo de un odre de agua fría,
y un racimo de dátiles, y un pan sin levadura.
Todo el dolor antiguo y todo el dolor nuevo
mezclado sutilmente en mi espíritu llevo
con el extracto de una fatal sabiduría.
Conozco ya las almas, las cosas y los seres,
he recorrido mucho las playas de Citeres…
¡Soy tu hijo predilecto, Madre Melancolía!
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