Madres y libros. Libros y madres. Criterios de madres para elegir libros. Que sean edificantes, lo de la superación personal no estaba inventado, al menos no con ese nombre. Religiosos, que mal no hará y estamos bajo palio todavía. Para qué seguir. Y, como es para Reyes, que sea bonito por fuera, a ver si la niña nos sale bibliófila o similar.Y así aparece una pequeña joya, María, de un tal Jorge Isaacs, colombiano. Editorial Aguilar, piel roja, tamaño mini, que estamos en la época de la minifalda y se contagia a todo, pero menos mini que los crisolines. Mi primer escritor colombiano, lo siento, Garcíamárquez, pero no tenía edad ni conocimiento para saber de ti. Y no, no se trata de una biografía de la madre de dios, nuestro señor.
El libro se abre con una especie de miniprólogo, dieciséis líneas, que aclara que se trata del "idilio entre Efraím y María". Idilio, preciosa palabra mucho más literaria que romance, por ejemplo: no sería lo mismo si se tratara del romance entre Efraím y María. Pero es una novela de amor, eso sí. De amor sublimado que acaba trágicamente, puedo destripar el final porque no la vais a leer, para qué nos vamos a engañar. Fue publicada en 1867, así que tiene todo lo que se puede esperar de la literatura de esos años en cuanto a romanticismo y ñoñería, si llega el caso, pero, y copio otra vez del prólogo, "la belleza del ambiente natural en que se desarrolla el idilio entre Efraím y María " hace de esta hermosa novela "el poema de América", y esto lo firma un crítico muy importante de la época, Paul Groussac.
No es probable que vuelva a leerla (aunque es de los de releer, no me da la vida), pero conservo el sabor dulce de su primera lectura. Ese pobre niño rico Efraím, único hijo varón de hacendado rico y esclavista, pero muy bueno, que se hace cargo de María, buenísima y guapísima niña, desgraciada hija de un amigo del alma, y la cría como si fuera suya a pesar de que es un poco oscura de piel y de su delicadísima salud. Primero son como hermanos pero luego, entre sus almas gemelas, surge el idilio, arropado por el Cauca. No recuerdo si pude localizar el Cauca en mi atlas rudimentario, pero abrió la lista de mis lugares míticos (alguno ya lo mencioné en otro momento: Budapest, Cachemira, Samarkanda) En ese momento, sus cualidades literarias naufragaron entre tanta lágrima, porque también es un libro de llorar. Pero el tiempo y el conocimiento colocaron a Jorge Isaacs en el lugar de honor que le corresponde y María ocupa un lugar especial entre mis preferidos y número uno entre los regalos de madre.
Y muchos años después, ante el pelotón de fusilamiento de la música setentera, recordé a María planchando delicadamente las camisas de Efraím gracias a Elsa Baeza y su Cristo de Palacagüina. Ved cómo opera la sesera de abuela cebolleta.
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