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"Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida"
Michel Houellebecq




viernes, 5 de diciembre de 2025

Lucía Solla Sobral y Ángel González

A veces leo libros y no escribo nada sobre ellos. A veces porque me gustan poco o nada, o me son indiferentes y, entonces, para qué escribir. A veces porque me gustan mucho o muchísimo y, entonces, para qué escribir. Para qué añadir palabras que no van a estar a la altura, que no le van a hacer justicia al libro, que van a parecer simple adulación. Escribo sobre los libros que leo porque me gusta, por mi propio placer; si, luego, a alguien le gusta lo que digo y le apetece leer el libro, miel sobre hojuelas, porque a quienes leemos nada nos gusta más que hablar y hablar sobre lo leído con gente igual de entusiasta. Pasa también con las películas, nada como una peli hablada entre amigos después de salir del cine, con una cerveza o un café delante.

A veces escojo los libros a conciencia, y apunto en alguna de las muchas libretinas que colecciono (quién puede resistirse, en la papelería, al olor y el tacto de una libretina nueva, o de un lapicero) los que quiero leer. Puede ser una amiga, un programa de radio o el escaparate de una librería quien me dė el chivatazo. O el golpe de gracia cuando vas a comprar tus dos libros anotados, sé comedida, no te pases, y vuelves con tres distintos porque desde la mesa de la librería gritaban tu nombre y no te ibas a hacer la sorda.

Y a veces lees una crítica tentadora de un libro, pero no, no puede ser, no vas a comprar todo lo que te apetece. Porque lo de comprar libros de papel es otra, que si lo lees en ebiblio y te gusta mucho acabas en la librería, eso fijo. Y pasados dos meses y en un sólo día, otras dos críticas elogiosas y, lo que es más importante, una amiga que las avala. La suerte está echada, eso es una señal, tienes que leer ese libro ya, pero es domingo y vives en provincias, tienes que programar una excursión a la capital para el lunes, aunque todas las vecinas te miren al bies porque los lunes son días de lavadoras y tu tendal va a ser el único vacío y triste en todo el barrio.

Y, como era de esperar, de la excursión vienes con dos libros, dos, porque es el centenario de Ángel González y hay una edición preciosa, ilustrada por Pablo Auladell y prologada por Javier Rioyo, que tienes que llevarte a casa, aunque los poemas de amor que reúne ya los tengas en otros libros. Perdón, señor, porque he vuelto a pecar y no siento ningún dolor, ni de contrición ni de ninguna otra clase. La culpa fue de Nórdica Libros que hace unas ediciones que son una tentación mayor que el chocolate.

Y “Comerás flores” es el libro que me sirve de excusa para toda esta palabrería anterior, que no sé cómo me aguantáis, la verdad. Chica en duelo por la muerte de su padre conoce chico mayor y como de película americana de esas de amor y lujo. Hasta ahí puedo contar, que ya sabéis que no me gusta destripar historias ni finales. Claro que no es una novela rosa, claro que va a ser duro ver a Marina, la protagonista, hundirse y olvidarse de quien es para dejarse convertir en quien no quiere ser. Y dan ganas de gritarle sal de ahí, coge a tu perra y huye lo más lejos que puedas. Pero sabemos, porque la realidad nos lo enseña a diario, que es difícil, que cuando quien dice quererte te anula tú te lo crees. Ay, que ya me voy yendo de la lengua.



Es la primera novela de Lucía Solla Sobral. Escritora joven pero que no creo que sea una joven promesa, ni una escritora en ciernes,  como dicen los críticos vagos, porque su escritura tiene voz propia, es madura y fresca a la vez, convence, atrapa, arrastra. No pude leer en el tren de vuelta porque coincidí con una vecina y no se puede ser borde, queda feo no hablar con las vecinas. Aproveché que llovía para hundirme en el sofá con el libro. Y tuve que poner para comer un cocido, que se hace solo, como todas sabéis, porque necesitaba terminar el libro. Y, además, tenía que escribir algo sobre él, porque me gustó mucho, aunque corra el riesgo de hacer la pelota. Así que ya estáis tardando en haceros con él, que se nos viene un puente fabuloso para leer y este libro es un librazo.

Sobra decir que la autora pasa automáticamente a la almáciga, que es el más alto honor que otorga este blog. 


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