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"Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida"
Michel Houellebecq




martes, 2 de julio de 2019

Ironía gallega, ternura universal


            Un día descubrí las columnas de Ricardo F. Colmenero y mi vida ya no volvió a ser lo mismo. Hay un antes y un después de Colmenero como hay un antes y un después de Peyró. Y, ahora, Colmenero saca un libro. Me gusta más lo de sacar un libro que lo de publicarlo. Sacar un libro (o una película o una canción) es guiñarle un ojo al aficionado que espera para leerlo con placer, publicar un libro es añadir un eslabón a  mercaderes, críticos y otras hierbas. Cierto que sin ellos no habría libros (la autoedición de Amazon no cuenta) pero a los lectores nos gusta pensar que nada se interpone entre quien “saca” su libro y nosotros, que somos sus destinatarios naturales. Además, dicen que el bueno de Conrad dijo que el libro lo terminan de cocer los lectores; lo dijo con palabras más de escritor, claro, y debe de ser verdad que lo dijo porque, si no, los de la Feltrinelli de Roma no lo tendrían escrito con letras gordas en la pared de su librería. El caso es que, descubierto Colmenero, si saca un libro hay que correr a comprarlo y aprovechar cuatro horas de tren para empezar a disfrutarlo.


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           Vaya por delante que Colmenero, como Peyró, también es un impostor: imposible que tenga los años que confiesa. No tuvo tiempo material para leer, ver o escuchar todo lo que su libro finge que leyó, vio y escuchó. Porque la magia de su libro es que te hace creer que el narrador y protagonista es el propio Colmenero, hasta hacerte olvidar que tu profe de Literatura ya te explicó que eso es un recurso de escritor, lo de fingir que cuenta su vida diaria. Y, si no finge, esa familia gallega, esos compañeros de piso de Pamplona, ese Miami Herald, esa Ibiza nacida cuando la moda ad Lib, esa panda de jefes, compañeros, novias, vecinos, son tan cercanos, tan parecidos a alguien que conocemos, tan verosímiles, que parecen de verdad. Aunque yo creo que, jugando con el título, Literatura infiel, lo que hace este jovenzuelo de Orense es desdoblarse en un gemelo que le es infiel por vía literaria y va hilvanando una vida ficticia llena, llena de trocitos de vida verdadera. Y lo de hilvanar me queda como de premio literario escolar de Día del Libro, porque las columnas en las que este gemelo falso cuenta su vida tienen un hilo conductor que las hace parecer fragmentos que se suceden temporalmente de esa vida real que un buen columnista no debe utilizar, como muy bien le advirtió Agustín Pery cuando lo contrató. Y de todo lo que cuenta, me parece que cuando no puede esconder la verdad verdadera es cuando utiliza a su hijo Iago como materia literaria, perdón, cuando babea con su hijo (véase el Monólogo interior de mi bebé a primera hora de la mañana, página 270)

            Ni un solo detalle o asunto de la vida diaria se le escapa a Colmenero, no deja nada en pie, pero todo con agudeza, sentido del humor, ironía, ternura. Ironía gallega, ternura universal.

RICARDO F. COLMENERO. Literatura infiel. Círculo de Tiza, 2019

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