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"Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida"
Michel Houellebecq




domingo, 21 de diciembre de 2025

#lacosapoética/132

(Madrid,1562-1635)


FEDERICO BAROCCI - La Natividad, 1597
Museo del Prado (Madrid)


CAMPANITAS DE BELÉN

Campanitas de Belén,
tocad al Alba, que sale
vertiendo divino aljófar
sobre el Sol que de ella nace,
que los ángeles tocan,
tocan y tañen,
que es Dios hombre el Sol
y el Alba su madre.

Din, din, din, que vino en fin,
don, don, don, San Salvador,
dan, dan, dan, que hoy nos le dan,
tocan y tañen a gloria en el Cielo,
y en la tierra tocan a paz.

En Belén tocan al Alba
casi al primer arrebol
porque de ella sale el Sol,
que de la noche nos salva.
Si las aves hacen salva
al Alba del Sol que ven,
campanitas de Belén,
tocad al Alba, que sale
vertiendo divino aljófar
sobre el Sol que de ella nace,
que los ángeles tocan,
tocan y tañen,
que es Dios hombre el Sol
y el Alba su madre.

Este Sol se hiela y arde
de amor y frío en su Oriente,
para que la humana gente
el Cielo sereno aguarde,
y aunque dicen que una tarde
se pondrá en Jerusalén,
campanitas de Belén,
tocad al Alba, que sale
vertiendo divino aljófar
sobre el Sol que de ella nace,
que los ángeles tocan,
tocan y tañen,
que es Dios hombre el Sol
y el Alba su madre.


     De Pastores de Belén, prosas y versos divinos de Lope de Vega Carpio. Dirigidos a Carlos Félix, su hijo. Impreso en Lérida, a costa de Miguel Manescal, mercader de libros, 1612. 


FRANK SINATRA - Jingle Bells


miércoles, 17 de diciembre de 2025

BENJAMIN BLACK

Ay, QUIRKE, QUIRKE

    Yo es que había leído El mar, de John Banville, y me había gustado mucho, así que quería leer algo de Benjamin Black, su alter ego para asuntos policiales. Pero como el montón de plancha lectora siempre es muy grande en mi casa, ahí se iba quedando para otro día.

    Pero aquí está la más listuca de la clase, la que toma las mejores decisiones cuando va a la librería. Allí me encontré con Quirke en San Sebastián, y me dije, qué detallazo, San Sebastián, pues por aquí empiezo. Y empecé, y me gustó mucho cómo estaba escrito, me dije para mí “estupendo, Benja, no puedes negar que eres John, pero tranquilo, que yo te guardo el secreto”. Sin embargo, el libro en sí no me acabó de atrapar. No entendía de dónde salía aquel Quirke, ni cómo se podía llevar bien con su mujer, me parecía que ni con superglú pegaban, ella, alegre y él, un agonías; ¿y qué lío era aquel con la muerta reaparecida y aquel inspector de policía gruñón? Por no hablar del desenlace tan duro y sin cerrar. Lo anoté en mi Excel de libros (la pandemia dio para mucho, sí), le busqué su sitio en la estantería y decidí que había estado bien conocer a Benjamin Black pero que prefería a su otra mitad, John Banville.

    Y hete aquí que hace dos veranos, en días de mucho sofá y mucha tele, apareció una serie protagonizada por Gabriel Byrne. Por si no os lo había dicho nunca, que sepáis que adoro a Gabriel Byrne. Quirke, la serie, tachán. Dos tardes me duró y eso porque hay que cuidar la vista. Y me gustó ese Quirke, médico forense en Dublín. Perdón, él me corregiría, siempre se presenta como patólogo. Alto, grande, puede que algo desgarbado, pero elegante. Elegante de la escuela de Coco Chanel: la elegancia no está en la ropa, la elegancia es la actitud. Claro que Quirke lleva buena ropa y, a veces, lleva a su hija a cenar a restaurantes caros, y pertenece a una de esas rancias familias irlandesas, aunque tardó en saberlo, lo mismo que su hija tardó en saber que era su hija y no su sobrina. Y aquí se empiezan a ver las costuras del personaje, y a encontrar explicación para la oscuridad que lo rodea. Quirke ayuda a su sobrina a buscar a una amiga desaparecida, recibe palizas por meter la nariz donde no debe, mantiene un tira y afloja con su ayudante Sinclair. Se lleva mal con su hermano adoptivo, Malachy, con quien estuvo en un duro internado irlandés para gente bien, después de haber pasado por un orfanato, un correccional de nombre pomposo donde iban a parar los niños abandonados y los hijos del pecado de la católica Irlanda. Se lleva bien con su cuñada Sarah, que lo es por partida doble: es hermana de su difunta mujer y está casada con su hermano. Se lleva bien con el inspector Hackett, al que ayuda en sus pesquisas. Se lleva bien con su sobrina hasta que ella se entera de que es su hija. Construir una relación padre-hija no va a ser fácil a partir de ese momento. Las relaciones personales, eso de socializar, no se le da nada bien a Quirke, se suele comportar como un auténtico botón de rosa con todo el mundo. Y Quirke bebe. Bebe desde el desayuno hasta que llega a su cama borracho perdido.


Y así llegamos a este último otoño. La serie ya me quedaba lejos además de incompleta y decidí empezar a leer como se debe, por el principio, El secreto de Christine. Después fue el no parar, hasta llegar a Quirke en San Sebastián, ahora ya con otra mirada. Ocho libros, ocho exquisiteces. Y Quirke bebiendo y comportándose como un metepatas que todo lo estropea, un gafe, vamos.

En el último, Quirke tiene que trabajar con el inspector Strafford, otro desclasado, porque  Hackett no puede desplazarse a San Sebastián. Este último libro lleva a Quirke a un punto de inflexión en su vida, uno más y de los más duros. A partir de aquí, la relación con Strafford, para variar, tampoco será buena; aun así harán una extraña pareja. Por suerte para quienes lo seguimos, el señor Black (obsérvese el tratamiento con el debido respeto) tomó la sabia decisión de convertirlos en pareja de investigación y ya publicó tres novelas, que terminé la semana pasada y otra que tengo en capilla.

Ya, ya sé que os estaréis preguntando que por qué me gustan tanto. A saber: primero porque están tan bien escritas como si las hubiera compuesto el mismísimo John Banville, como dije al principio (os recuerdo que es Premio Príncipe de Asturias de las Letras); segundo, porque los personajes tienen muchas aristas, son muy ricos, los quirkes de pasado oscuro resultan muy atractivos y siempre tuvieron mucho tirón en la literatura y en el cine, pero no os caséis con ellos, chicas, que son irredentos, están bien en la ficción , pero en la vida real duelen y hacen daño, aunque sea porque ellos mismos son personas heridas; y, tercero, porque ahí está esa Irlanda que tenemos, y vamos a seguir teniendo, tan idealizada, la rebelde contra los ingleses, la de la hambruna de la patata y la emigración a Estados Unidos, la del recelo entre católicos y protestantes, la del poder evidente y sibilino de la iglesia católica en todos los sectores de la sociedad, la de los bebés robados a madres “pecadoras” que es otro sinónimo para pobres, la de los malos tratos y la pederastia en los colegios religiosos. La de la lluvia pertinaz, los días cortos y el verde omnipresente. La de la gente noble y amante de la música.

    Una amiga de la almáciga, esa especie de gallinero, dicho con todo el cariño, en el que por cierto estás incluido, Benjamin Black, me acaba de regalar Sembrar palabras, de Ana Santos, exdirectora de la Biblioteca Nacional, un ensayo sobre el despertar intelectual de las mujeres; voy por la página 39 y promete. Pero ¿a que acertáis lo que voy a leer en cuanto lo termine? Pues sí, otra vez al señor Black, esta vez Los lobos de Praga. Las adicciones es lo que tienen.


Alfaguara publicó los ocho libros de la serie de Quirke y los cuatro de Quirke&Strafford. 


domingo, 14 de diciembre de 2025

#lacosapoética/131

6 de septiembre de 1925


EDVARD MUNCH - Separación, 1896




CANCIÓN DE AMIGA

Nadie recuerda un invierno tan frío como éste.

Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.

Helado está también mi corazón,
pero no fue en invierno.
Mi amiga,
mi dulce amiga,
aquella que me amaba,
me dice que ha dejado de quererme.

No recuerdo un invierno tan frío como éste.

            De Eso era amor. Ilustraciones de Pablo Auladell. Nórdica Libros. Septiembre de 2025


JOSÉ LUIS PERALES - Y tú te vas

lunes, 8 de diciembre de 2025

#lacosapoética/130

CARMEN MARTÍN GAITE
8 de diciembre de 1925


CANCIÓN ROTA

Siempre que iba a cantar
algo se interponía 
y a mí no me importaba,
¡había tanto tiempo!

Mi canción se quedaba en el alero,
confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.

Si alguna vez con mudo gesto
antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón me late nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
Heraldos de mi canto.

¡Ay, mi canción truncada!
Yo nunca tenía prisa
y la dejaba siempre,
amor,
para después.

                   A rachas: Poesía reunida. Edición de José Teruel en La Bella Varsovia



MERCEDES  SOSA -Si se calla el cantor

viernes, 5 de diciembre de 2025

Lucía Solla Sobral y Ángel González

A veces leo libros y no escribo nada sobre ellos. A veces porque me gustan poco o nada, o me son indiferentes y, entonces, para qué escribir. A veces porque me gustan mucho o muchísimo y, entonces, para qué escribir. Para qué añadir palabras que no van a estar a la altura, que no le van a hacer justicia al libro, que van a parecer simple adulación. Escribo sobre los libros que leo porque me gusta, por mi propio placer; si, luego, a alguien le gusta lo que digo y le apetece leer el libro, miel sobre hojuelas, porque a quienes leemos nada nos gusta más que hablar y hablar sobre lo leído con gente igual de entusiasta. Pasa también con las películas, nada como una peli hablada entre amigos después de salir del cine, con una cerveza o un café delante.

A veces escojo los libros a conciencia, y apunto en alguna de las muchas libretinas que colecciono (quién puede resistirse, en la papelería, al olor y el tacto de una libretina nueva, o de un lapicero) los que quiero leer. Puede ser una amiga, un programa de radio o el escaparate de una librería quien me dė el chivatazo. O el golpe de gracia cuando vas a comprar tus dos libros anotados, sé comedida, no te pases, y vuelves con tres distintos porque desde la mesa de la librería gritaban tu nombre y no te ibas a hacer la sorda.

Y a veces lees una crítica tentadora de un libro, pero no, no puede ser, no vas a comprar todo lo que te apetece. Porque lo de comprar libros de papel es otra, que si lo lees en ebiblio y te gusta mucho acabas en la librería, eso fijo. Y pasados dos meses y en un sólo día, otras dos críticas elogiosas y, lo que es más importante, una amiga que las avala. La suerte está echada, eso es una señal, tienes que leer ese libro ya, pero es domingo y vives en provincias, tienes que programar una excursión a la capital para el lunes, aunque todas las vecinas te miren al bies porque los lunes son días de lavadoras y tu tendal va a ser el único vacío y triste en todo el barrio.

Y, como era de esperar, de la excursión vienes con dos libros, dos, porque es el centenario de Ángel González y hay una edición preciosa, ilustrada por Pablo Auladell y prologada por Javier Rioyo, que tienes que llevarte a casa, aunque los poemas de amor que reúne ya los tengas en otros libros. Perdón, señor, porque he vuelto a pecar y no siento ningún dolor, ni de contrición ni de ninguna otra clase. La culpa fue de Nórdica Libros que hace unas ediciones que son una tentación mayor que el chocolate.

Y “Comerás flores” es el libro que me sirve de excusa para toda esta palabrería anterior, que no sé cómo me aguantáis, la verdad. Chica en duelo por la muerte de su padre conoce chico mayor y como de película americana de esas de amor y lujo. Hasta ahí puedo contar, que ya sabéis que no me gusta destripar historias ni finales. Claro que no es una novela rosa, claro que va a ser duro ver a Marina, la protagonista, hundirse y olvidarse de quien es para dejarse convertir en quien no quiere ser. Y dan ganas de gritarle sal de ahí, coge a tu perra y huye lo más lejos que puedas. Pero sabemos, porque la realidad nos lo enseña a diario, que es difícil, que cuando quien dice quererte te anula tú te lo crees. Ay, que ya me voy yendo de la lengua.



Es la primera novela de Lucía Solla Sobral. Escritora joven pero que no creo que sea una joven promesa, ni una escritora en ciernes,  como dicen los críticos vagos, porque su escritura tiene voz propia, es madura y fresca a la vez, convence, atrapa, arrastra. No pude leer en el tren de vuelta porque coincidí con una vecina y no se puede ser borde, queda feo no hablar con las vecinas. Aproveché que llovía para hundirme en el sofá con el libro. Y tuve que poner para comer un cocido, que se hace solo, como todas sabéis, porque necesitaba terminar el libro. Y, además, tenía que escribir algo sobre él, porque me gustó mucho, aunque corra el riesgo de hacer la pelota. Así que ya estáis tardando en haceros con él, que se nos viene un puente fabuloso para leer y este libro es un librazo.

Sobra decir que la autora pasa automáticamente a la almáciga, que es el más alto honor que otorga este blog. 


domingo, 30 de noviembre de 2025

#lacosapoética/129

(Georgia,1893- Moscú,1930)


JIM WARREN - La estatua viva (La estatua de la libertad de Nueva York)


Y NO DECIMOS NADA...

La primera noche ellos se acercan
y cogen una flor de nuestro jardín,
y no decimos nada.

La segunda noche, ya no se esconden,
pisan las flores, matan nuestro perro
y no decimos nada.

Hasta que un día,
el más frágil de ellos,
entra solo en nuestra casa,
nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo,
nos arranca la voz de la garganta.

Y porque no dijimos nada,
ya no podemos decir nada.



RAIMON - Al vent (1977, RTVE)

domingo, 23 de noviembre de 2025

#lacosapoética/128

Madrid, 1950
Premio Nacional de Poesía 2015
Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca 2021

XXXIV Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, 2025


BENJAMIN LACOMBE - Ilustración para La Sirenita (Ed. Edelvives)



ALA DE CISNE
                                     Para Alicia

Había una mujer que, desde niña,
cuando iba a la playa con sus padres,
se pasaba los días y las horas
a la caza de conchas en la arena.
Esa mujer, hoy mismo, muy temprano,
bajó a la playa en busca de ejemplares
para su colección y tuvo suerte,
pues encontró una concha que imitaba
de manera perfecta la estructura
de un ala desplgada, no sabemos
si de cisne o de ángel.Cigto al cisne
primero porque la coleccionista
adoraba los cuentos para niños
que Andersen, apodado "Ala de Cisne",
vistió de soledad y de tristeza.
El caso es que no sé si aquella concha
era un ala de cisne (o sea, un ala
de Andersen) o el ala de algún ángel
que se ahogara en el mar. Me inclino más
por la primera opción..Pese a que Hawks
sostuvo que los ángeles tenían alas,
no existe un solo texto en la Escritura
que avale esa creencia. De manera
que la concha extraída de la playa
era un Ala de Cisne, o sea, un Andersen
que, transformado en concha,había venido
a traer muchos besos a su actual
propietaria de parte del Soldado
 de Plomo, de la Reina de las Nieves,
 de los Cisnes Salvajes, del Patito
Feo, de la Princesa del Guisante
y de la Sirenita, entre otros muchos
personajes que tantas emociones
y tanto amor le habían regalado.

                De Noche de Reyes, en Ala de Cisne. Colección Visor de Poesía, 2025


CARY GRANT y JEAN ARTHUR - El manisero, en Solo los ángeles tienen alas de Howard Hawks (1939)

sábado, 15 de noviembre de 2025

#lacosapoética/127

Cumbria, Inglaterra,1958


FERNANDO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR Y ZARAGOZA
Los abuelos, 1905
Museo del Prado (En exposición temporal)



RECUÉRDAME

Puedes llorar porque se ha ido, o puedes
sonreír porque ha vivido.
Puedes cerrar los ojos
y rezar para que vuelva o puedes abrirlos y ver todo lo que ha
dejado;
tu corazón puede estar vacío
porque no lo puedes ver,
o puede estar lleno del amor
que compartisteis.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el
vacío y dar la espalda,
o puedes hacer lo que a él le gustaría:
sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.



REMEMBER ME

You can shed tears that she is gone
or you can smile because he has lived.

You can close your eyes and pray that he will come back
or you can open your eyes and see all he has left.

Your heart can be empty because you can’t see her
or you can be full of the love you shared.

You can turn your back on tomorrow and live yesterday
or you can be happy for tomorrow because of yesterday.

You can remember her and only that he’s gone
or you can cherish her memory and let it live on.

You can cry and close your mind,
be empty and turn your back
or you can do what he would want:
smile, open your eyes, love and go on.


ASTOR PIAZZOLLA - Adiós, Nonino (Adiós, abuelo)



domingo, 9 de noviembre de 2025

#lacosapoética/126

(Madrid,1562-1635)

FRANCISCO DE GOYA - Riña de gatos, 1786
Museo del Prado (no expuesto)



LOS RATONES

Juntáronse los ratones
para librarse del gato;
y después de largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?




LA MANDRÁGORAJavier KraheJoaquín SabinaAlberto Pérez y Antonio Sánchez. El hombre puso nombre a los animales.
Del progama Esta noche. TVE. 28-05-81


domingo, 2 de noviembre de 2025

#lacosapoética/125

Málaga, 1931



Vierres (Concejo de Aller, Asturias) Noviembre 2025
(Foto esevelasco)


NOVIEMBRE
                                A Juan Bernier


Oigo crujir tus hojas y vuelvo a estremecerme,
memoria de noviembre con la fruta en los labios,
pervertido jardín que hollé una vez, descalza,
y en el que, de rodillas, llevé mi frente al suelo.

Tengo el leve recuerdo de un sollozo y mi nombre,
y fielmente el del hueso, áspero, cautivo.

        En De la llama en que arde. Biblioteca Virtual Cervantes





domingo, 26 de octubre de 2025

#lacosapoética/124

(Cartagena, 1978)


VINCENT VAN GOGH - Silla con pipa (1888)
National Gallery de Londres


TENGO PÁNICO

Tengo miedo… sí, tengo miedo
de mirar al final del largo pasillo,
no verte en tu sillón
y saber que no lo haré más.

Tengo miedo… sí, tengo miedo
de no volver a enfadarme contigo
porque hayas vuelto a hacer una de las tuyas.

Tengo miedo… sí, tengo miedo
de que lo único que pueda palpar
sea el recuerdo de una caricia
de tus manos cansadas.

Y tengo miedo… sí, tengo pánico
de que lo único que me quede de ti
sean recuerdos.
                                                De Madre, en Editorial Averso



ROSANA - Sin miedo


sábado, 18 de octubre de 2025

#lacosapoética/123

MIGUEL HERNÁNDEZ
(1910-1942)

CLARA PEETERSBodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre, óleo sobre tabla, c.1611.
Propiedad del Museo Nacional del Prado


UVAS, GRANADAS, DÁTILES

 Uvas,  granadas, dátiles,
doradas, rojas, rojos,
hierbabuena del alma,
azafrán de los poros.
 
Uvas como tu frente,
 uvas como tus ojos.
Granadas con la herida
de tu florido asombro,
dátiles con tu esbelta
ternura sin retorno,
azafrán, hierbabuena
llueve a grandes chorros
sobre la mesa pobre,
gastada, del otoño,
muerto que te derramas
muerto que yo conozco,
muerto frutal, caído
con octubre en los hombros.
                                            De Iletrado oficial


JOSÉ LUIS PERALES - Canción de otoño


lunes, 13 de octubre de 2025

#lacosapoética/122

(1898-1994)
Generación del 27

MARUJA MALLO (1902-1995) 
Generación del 27



MADRIGALES

LA MAÑANA

Despierto está el lucero,
calladamente, suavemente, se acerca el alba.
Alegremente, ardientemente, locamente, viene la aurora...
El sol, redondo, entero,
llega a su hora.

LA TARDE

El día es ya recuerdo:
Amor fue el nombre de este día.
¿Por qué te vas veloz, por qué te pierdo?...
Dolor fue el nombre de este día.
Aunque tan lerdo,
tu esencia es exquisita... ¡Melancolía!

LA NOCHE

Bella, bella mil veces, adorada,
límpida, deslumbrante, risueña, airada...
Bella, mil veces bella, sombría, tenebrosa,
dulce, materna, amante.
¡Siempre hermosa!

Madrigales (extracto), de Homenajes, en Una firme razón para el deseo. Poesía reunida. Editorial Cátedra, Letras hispánicas, 2025



ROSA LEÓN - Al alba


sábado, 27 de septiembre de 2025

#lacosapoética/121


(Sevilla, 1902 – México, 1963)
Generación del 27



QUINO - Mafalda


TIERRA NATIVA

                                        A Paquita G. de la Bárcena

Es la luz misma, la que abrió mis ojos

Toda ligera y tibia como un sueño,
Sosegada en colores delicados
Sobre las formas puras de las cosas.

El encanto de aquella tierra llana,

Extendida como una mano abierta,
Adonde el limonero encima de la fuente
Suspendía su fruto entre el ramaje.

El muro viejo en cuya barda abría
A la tarde su flor azul la enredadera,
Y al cual la golondrina en el verano
Tornaba siempre hacia su antiguo nido.

El susurro del agua alimentando,
Con su música insomne en el silencio,
Los sueños que la vida aún no corrompe,
El futuro que espera como página blanca.

Todo vuelve otra vez vivo a la mente.
Irreparable ya con el andar del tiempo,
Y su recuerdo ahora me traspasa
El pecho tal puñal fino y seguro.

Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca?
Aquel amor primero, ¿quién lo vence?
Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida,
Tierra nativa, más mía cuanto más lejana?

                                        De La realidad y el deseo



VÍCTOR JARA - A desalambrar



lunes, 22 de septiembre de 2025

    GRACIAS, ANA FRANK

 Cuando aún no se había inventado la adolescencia, porque la adolescencia esta de la que hablamos todos los días es un invento reciente, mi yo adolescente  ignorante de serlo leyó El diario de Ana Frank. En mi pueblo de referencia de entonces, capital del concejo, todavía no había biblioteca pública y tampoco librería. Los periódicos llegaban en el tren y los dos repartidores que yo conocí recogían directamente del vagón sus paquetes y se iban a repartir a chigres y domicilios de aquel y otros pueblos, andando o en bicicleta. 

    Pero había un comercio que aunaba las funciones de mercería y papelería, además de tener un rincón con una silla, una mesa pequeña que albergaba un flexo y un vaso, en el que una mujer cogía puntos a las medias. A veces, en la "sección" de papelería había algún libro a la venta. Podía ser Fabiola, Oliver Twist, Heidi, Miguel Strogoff, o cualquiera de aquellos maravillosos ilustrados de Brugera. También había joyas como Cien mujeres españolas (no lo busquéis, es inencontrable), Trilby, o los amores de Abelardo y Eloísa. Y gracias a ese lugar mágico que juntaba calcetines con lapiceros y gomas de borrar Milan con hilo de repasar los calcetines cuando se agujereaban, una madre interesada en que sus retoños fueran de pueblo pero no ignorantes trajo un día El diario de Ana Frank.

    No hará falta decir que me deslumbró y me hizo llorar a partes iguales, ni que no me sorprendió la madurez del pensamiento de Ana ni su ingenuidad al imaginar otra vida, porque aquellos adolescentes ignorantes de serlo nos sentíamos así. Tan perdidos como los de ahora, pero en otro momento histórico que no nos ofrecía la posibilidad de la conciencia de nosotros mismos. Y ahí, en aquella tierra de nadie, descubrí el horror y la injusticia a través del diario de Ana. Y después de llorar su suerte, y de buscar y confrontar en otros libros y en alguna película, después de comprobar la veracidad de aquella historia, me hice antigenocida, sionista, activista contra el antisemitismo, divulgadora del holocausto y hasta me apetecía ir a trabajar a un kibutz. Y, sobre todo, quedé convencida de que la humanidad había aprendido y que aquello nunca se repetiría.

    Muchos años después, muchos horrores después que están en la mente de todos y que se sucedieron en todos los continentes, por lo que no voy a nombrar ninguno, no creo que quede mucho de aquella adolescente ingenua y horrorizada. O sí: queda el convencimiento de que no hay que callar ante el horror y la injusticia. No tenemos capacidad para grandes decisiones que paren el genocidio de Gaza, pero creo que podemos decir que lo condenamos y exigimos al resto de países que condenen al gobierno genocida de Israel. Podemos enviar ayuda a los palestinos, firmar peticiones y manifiestos, acudir a manifestaciones; todo es útil. Pero, sobre todo, podemos decir alto y claro que sí, que es un genocidio y que lo condenamos con todas nuestras fuerzas. 

Podemos elegir que las palabras no pierdan su sentido.