Fotografía tomada de https://furiaca.com/william-gonzalez-guevara-para-mi-la-poesia-es-emocionar/ |
Voy a ver qué leo
Michel Houellebecq
sábado, 16 de noviembre de 2024
#lacosapoética/94
domingo, 10 de noviembre de 2024
#lacosapoética/93
domingo, 20 de octubre de 2024
#lacosapoética/92
domingo, 13 de octubre de 2024
#lacosapoética/91
CLAUDE MONET - Otoño en el Sena en Argenteuil, 1873 |
sábado, 5 de octubre de 2024
#lacosapoética/90
Jacob Jordaens (1593–1678) - Vacas |
sábado, 28 de septiembre de 2024
#lacosapoética/89
GUSTAV KLIMT - Árbol de la vida, 1909 Museo de Artes Aplicadas de Viena |
sábado, 21 de septiembre de 2024
#lacosapoética/88
David Téniers - El alquimista,1631-1640 Museo del Prado, Madrid |
sábado, 14 de septiembre de 2024
#lacosapoética/87
Relieve de mármol de Asclepio y su hija Higía. Procedente de Termas, Grecia, finales del siglo V a. C. Museo Arqueológico de Estambul. |
sábado, 7 de septiembre de 2024
#lacosapoética/86
Eugen Bracht - La orilla del olvido Museo Estatal de Hesse Darmstadt |
jueves, 5 de septiembre de 2024
VERANO LECTOR, PERO MENOS
Menudo verano me llevas, guapa. Empieza septiembre y no leíste nada serio y con enjundia desde hace tres meses. Detectives y más detectives. Y los libros serios y enjundiosos amontonados ahí, en un rincón. Algunos, Tren a Samarcanda, porque son largos, seiscientas páginas de nada. Otros, Byron in love, porque ahora mismo ¿a quien le apetece la vida novelesca de milord?, mejor otro día. Y mientras tanto a seguir los consejos de Pedro G. Cuartango que también lee policiacos y dice que Maj Sjöwall y Per Wahlöö son los padres del género desde los años 60. Así que me leí El hombre del balcón, que es la entrega número tres del detective Martin Beck. Yo en el altar de los nórdicos tengo a Henning Mankell y su criatura Wallander, pero puedo leer todavía uno o dos más de Martin Beck. También encontré en una columna de Cuartango a Ian Rankin, otro autor que no conocía, y, como me gustan los análisis que Cuartango hace de libros y cine (si yo fuera profesional de la crítica le llamaría “fino analista”, pero como solo soy seguidora de sus columnas digo que me gustan mucho) pues le hice caso y leí uno protagonizado por el detective John Rebus. También me leeré alguno más. Gracias, Pedro.
Y luego algunos intentos que recordar no quiero, que tampoco es cosa de hablar mal de nadie; al fin y al cabo, que a mí no me guste un libro no quiere decir nada. Y decidí volver a los detectives. Al comisario Dupin. A este me lo presentó mi hermana pequeña y me gusta:
“El queso era un alimento básico para Dupin. Si no había más remedio, podía privarse de muchas cosas, pero no del queso, que iba justo después del café en su ranking personal. A continuación, le seguían otras cosas imprescindibles, como la baguete y el vino. Y la buena charcutería. Y, por supuesto, los entrecots. Y las cigalas. De hecho, bien pensado, había tantas cosas que el concepto de imprescindible en sí resultaba absurdo.”
¿Cómo no simpatizar con él? Así que también anduve resolviendo crímenes con Dupin en Saint-Malo.
Es verdad que al principio del verano leí un par de libros que me gustaron mucho, pero eso ya fue en junio o julio. Y no es que los haya olvidado, es que no veo manera de hablar en serio de ellos y, para decir cuatro pavadas, mejor me abstengo. Pero un cierto come-come no me deja pasar de largo y me obliga, al menos, a citarlos.
El primero me había guiñado el ojo en la librería, pero estaba en época de dominar los impulsos y no lo compré, lo dejé para otro día. Y otro día lo que pasó fue que una amiga que, como las buenas amigas suelen, me conoce muy bien, apareció con él en préstamo, tienes que leer esto y luego lo hablamos. Otra cosa que las amigas lectoras saben muy bien es que hablar un libro remata el placer de la lectura. Así fue como llegué a Dos amigas (un recitativo) de la Premio Nobel Toni Morrison. Es una obra muy breve, poco más de cuarenta páginas, acompañadas por un epílogo extenso de Zadie Smith, unas noventa páginas en total. Aunque lo publicó en 1983 la traducción española es de 2023 y desconozco si es la primera vez que se publica en español. Dos niñas comparten habitación en un centro de acogida. Pasados los años se encuentran en diferentes circunstancias y recuerdan el tiempo del internado. Nada del otro jueves si no fuera porque una es negra y la otra blanca. Y porque algo hicieron en aquellos días en los que compartían la soledad y el rechazo que ahora no recuerdan o recuerdan de manera totalmente diferente. Y porque en ningún momento sabemos quién es quién. Claro que tienen nombre, y familia, y costumbres y viven en algún barrio y tendrán trabajos y se casarán, pero en ningún momento la lectora es capaz de saber quién es cada una. Ni los datos que aparecen en el texto ni nuestros prejuicios ayudan. Porque como dice Zadie Smith en su epílogo, la autora decidió de forma deliberada impedirnos la identificación de los dos personajes y enfrentarnos a nosotros mismos, porque “ser pobre, estar oprimido, ser inferior, estar explotado o ser arrinconado no es en esencia cosa de negros ni de blancos.” ¿A que hay que leerlo?
Auður Ava Ólafsdóttir, a ver cómo le dices a alguien que estás leyendo un libro de… Escritora islandesa, razón suficiente para leerla, porque ¿a cuántos escritores islandeses conoces? El título, La escritora. Y la información sobre la historia, interesante: mujer joven que deja su pueblo o como se llamen en Islandia, y se va a la capital porque siempre quiso ser escritora. Y en ese pueblo, como en casi todos los pueblos y ciudades, en Islandia y fuera de ella, una mujer joven, lectora empedernida y que quiere ser escritora es un bicho bastante raro porque en 1963, en la lectora Islandia, ser mujer tenía la misma inconsistencia que en el resto del mundo. La historia de Hekla es atractiva, contada con estilo seco, entrecortado, que nos muestra una sociedad menos alejada de la nuestra de lo que creemos. Merece la pena.
Y cuando ya agosto amenazaba con acabar con el verano, primero de agosto, primero de invierno, decían en mi pueblo, y estaba pensando en darle un tiento a Ripley, va y se me muere el mejor Ripley, Alain Delon. A-la-ín De-lón. El guapo por antonomasia. Mi primer amor cinematográfico de mi ya lejana adolescencia. Lo conocí en El tulipán negro, con la cara marcada por una estocada, ¿o eso era en Rocco y sus hermanos?, en el cine viejo de mi colegio de monjas. Sí, mis monjas ponían cine los sábados por la tarde, nada de en horario lectivo, y las películas eran buenas y recientes. Por causa de la película recorté una foto de una revista y la pegué en la portada de la libreta de ortografía, cosa que no le gustó nada a la hermana Dolores, la profe de Lengua. Gasté toda mi rebeldía en mantener la foto allí pegada todo el curso y ya no pude apuntarme a grandes causas. Y aprendí a defender que, aunque la belleza dicen que está en el interior, a mi A-la-ín De-lón me gustaba por su belleza exterior. Atrevida adolescencia.
lunes, 15 de julio de 2024
P.D. James. La muerte llega a Pemberley
Irene Vallejo, en una situación familiar difícil, escribió El infinito en un junco. Marcel Proust, en la cama donde pasó meses de su vida con depresión, escribió En busca el tiempo perdido. Por no hablar de Cervantes y sus prisiones. No hay que picar tan alto, pero tampoco vas a ser menos, nada de falsa modestia. Cuatro días merodeando por un hospital y, hala, te lees un par de libros de P.D. James. No es comparable, lo sé, pero por algo se empieza.
Y me gustaron la señora P.D. James y su detective Adam Dalgliesh, a los que conocí en Muerte en el seminario. Me gustaron tanto como para seguirlos en Un impulso criminal. Me gustó más la primera, quizás por efecto del descubrimiento, por los lugares en los que se desarrolla o por esos personajes tan británicos. Después del impulso criminal ya me consideré íntima de Dalgliesh y sentí la necesidad de conocer el origen del detective así que busqué la primera de la serie, Cubridle el rostro. Y cuando ya había decidido que les tocaba a Jaritos y a Brunetti, que tienen aventura nueva, se me cruzó La muerte llega a Pemberley. Pemberley, Pemberley ¿de qué me suena? Yo ya estuve antes ahí y un montón de veces, pero ¿por dónde cae eso? ¿tiene algo que ver con P.D. James? Memoria traidora. Cuando ya estaba a punto de rendirme y consultar con el oráculo Google se me encendió la lucecita ¡Darcy! La pedazo-mansión del señor Darcy. Y P.D. James decidió que podía colocar un asesinato en Pemberley unos años después de que Darcy y Lizzy se decidieran a comer perdices para siempre. Sí, esos mismos, los protas que Jane Austen inventó para Orgullo y prejuicio.
Cierto que andan por ahí en películas y en series de tv, pero eso de que otra autora, pasado el tiempo, invada el espacio de la creadora no lo acabo de ver, así que me resisto. Primero sin mucho brío ( a ver, Phyllys Dorothy, a ti quién te manda meterte en este berenjenal, tendrás que mejorar a Jane, o al menos igualarla, con lo bien que estás tú con tus detectives), después buscando excusas (otros también lo hicieron, con el Quijote incluso) En realidad, justificando la curiosidad y la desconfianza que me corroen (a ver qué habrá hecho esta, sí, esta, con tonito condescendiente y perdonavidas, con los personajes de Jane Austen) Pues no lo voy a leer, porque esto no me parece serio, ya fue bastante que Keira Knightley y Matthew Macfadyen protagonizaran la película de 2005 y le pusieran morritos a la señorita Bennet y ojos de cordero degollado a Darcy. Un sacacuartos, eso es lo que son estas secuelas, acuérdate de Scarlett, la famosa “continuación” de Lo que el viento se llevó: palabrería.
La curiosidad pudo más y la leí. Palabrería.
Lo siento, Phyllys Dorothy James. Con lo que me habían gustado tus otras novelas.
Jaritos y Brunetti, bien. Envejecen, como todo el mundo, pero no defraudan.
P.D. James. (Todos en ebook)
Cubridle el rostro.(Adam Dalgliesh 1)
Un impulso criminal.(Adam Dalgliesh 2)
Muerte en el seminario (Adam Dalgliesh 11)
La muerte llega a Pemberley
Donna Leon
El fuego purificador. No hay absolución sin sacrificio. Seix Barral, 2024
Petros Márkaris
La revuelta de las cariátides. Tusquets, 2024
domingo, 2 de junio de 2024
#lacosapoética/84y85
VANESSA BELL - Window Still Life, 1915 |
domingo, 26 de mayo de 2024
#lacosapoética/82y83
Mosaico de los trabajos de Hércules. Arriba, a la izquierda, El robo del cinturón de Hipólita. Museo Arqueológico Nacional de España ( Madrid) procedente de Liria (Valencia) |
sábado, 18 de mayo de 2024
#lacosapoética/80y81
domingo, 12 de mayo de 2024
#lacosapoética/79
JOAN MIRÓ - El pájaro relámpago cegado por el fuego de la luna (Fragmento) |