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"Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida"
Michel Houellebecq




sábado, 16 de noviembre de 2024

#lacosapoética/94

(El enlace sobre el nombre del poeta remite al programa La esación azul, de RNE)
(Managua, Nicaragua, 2000)
XXV Premio de Poesía Joven Antonio de Carvajal, 2022
Premio Hiperión de Poesía, 2023


Fotografía tomada de https://furiaca.com/william-gonzalez-guevara-para-mi-la-poesia-es-emocionar/



LEY DE OFERTA Y DEMANDA

Llama el casero a mi madre para recordarle
que no ha pagado el piso. 
Oigo caer sus lágrimas, escucho
cómo se desintegran en el suelo
tras colgar la llamada.
-¿Por qué lloras, mamá?
Rápidamente se seca los párpados.
-No pasa nada, hijo.
Pienso en que seríamos millonarios
Si las lágrimas pudiesen tasarse.
Podríamos venderlas, exportarlas
A diversos rincones del planeta.
Las clasificaría por colores
Y motivos: desamparo, impotencia
angustia, rabia, cólera.
Con los beneficios generados pagaría
los pocos metros cuadrados del piso
que cubre mi miseria.
Me pregunto: ¿tendrán valor las lágrimas?
Las de mi madre sí.
¿Quién podría comprarlas?

De Los nadies. Poesía Hiperión. Ediciones Hiperión, 2022



CARLOS MEJÍA GODOY y LOS DE PALACAGÜINA - Nicaragua, Nicaragüita (Concierto por la paz, Managua, 1983)

domingo, 10 de noviembre de 2024

#lacosapoética/93

(Santander, 1976)
Premio de Poesía Generación del 27, 2021


Foto esevelasco23



SIN PRONUNCIAR PALABRAS

Dos están en la casa,
Permanecen callados mientras llega la noche.

La luz es el silencio.

Se dicen con los gestos,
Se dicen con los ojos,
Se dicen con las manos,
Con la lengua se dicen sin pronunciar palabras.

Existe una sintaxis de la piel
Que sus cuerpos comprenden.
Animales al fin.

Temblorosos, hambrientos,
se ven , se reconocen
al borde del abismo.

Dos hacen un refugio.
Afuera, la intemperie.

                                                (De El descenso)


MARI TRINI - Amores 

domingo, 20 de octubre de 2024

#lacosapoética/92

Westerham (Reino Unido), 1962


FERNANDO BOTERORetrato familiar (Colección particular)



LA POESÍA

La poesía de una madre que grita en un balcón
llamando a sus hijos a la cena.
La poesía de una radio que suena al otro lado
de una ventana apenas entreabierta.
La poesía de un mendigo inclinado ante una gorra
en las baldosas, en espera de limosna.
La poesía de un charco agostado entre las piedras.
La poesía de una mujer que se levanta de la cama
buscando a tientas el sujetador en la penumbra.
La poesía de un perro que se estira
bostezando en una alfombra.
La poesía de un televisor con el volumen silenciado
mientras suena música y los cuerpos se enajenan.
La poesía de una calle a media tarde
en cuyo extremo hay un boquete de luz que se proyecta
sobre el mar, atravesado por los tumbos de un borracho.
La poesía de una voz en el teléfono.
La poesía de un autobús que remonta la avenida
lleno de gente ensimismada.
La poesía de un viejo vagabundo desdentado
apurando un cartón de vino en la escalinata de una iglesia.
La poesía de una mancha de aceite en una acera.
La poesía de un hombre gordo que se agacha
con un cigarrillo entre los labios
para atarse los zapatos al fondo de la barra.
La poesía de una anciana que se arregla el maquillaje
en un espejo.
La poesía de unas manos que casi no son mías
tanteando (¿tonteando?) en el teclado…

Toda esta poesía que nunca cabe en un poema.

                        De Toda esta poesía en  Obra poética completa. Tomo II: 1994-1998. Editorial: Renacimiento. 




JOAN MANUEL SERRAT - No hago otra cosa que pensar en ti

domingo, 13 de octubre de 2024

#lacosapoética/91

(1925-2008)
Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1985
Académico de la RAE

CLAUDE MONET - Otoño en el Sena en Argenteuil, 1873


A VECES, EN OCTUBRE, ES LO QUE PASA...

Cuando nada sucede,
y el verano se ha ido,
y las hojas comienzan a caer de los árboles,
y el frío oxida el borde de los ríos
y hace más lento el curso de las aguas;

cuando el cielo parece un mar violento,
y los pájaros cambian de paisaje,
y las palabras se oyen cada vez más lejanas,
como susurros que dispersa el viento;

entonces,
ya se sabe,
es lo que pasa:

esas hojas, los pájaros, las nubes,
las palabras dispersas y los ríos,
nos llenan de inquietud súbitamente
y de desesperanza.

No busquéis el motivo en vuestros corazones.
Tan sólo es lo que dije:
lo que pasa.

PEDRO GUERRA, sobre un poema de ÁNGEL GONZÁLEZ

sábado, 5 de octubre de 2024

#lacosapoética/90

(Frades de la Sierra, Salamanca,1870 - Guijo de Granadilla, Cáceres,1905)


Jacob Jordaens (1593–1678) -  Vacas 


MI VAQUERILLO


He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos,
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar -¡pobrecillo!-
su blusilla y hacerme almohada!

   Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara...
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro;
rumiaban las vacas...,
y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!
Pero el niño, ¡qué solo vivía!
¡Me daba una lástima
recordar que en los campos desiertos
tan solo pasaba
las noches de junio
rutilantes, medrosas, calladas,
y las húmedas noches de octubre,
cuando el aire menea las ramas,
y las noches del turbio febrero,
tan negras, tan bravas,
con lobos y cárabos,
con vientos y aguas!...
¡Recordar que dormido pudieran
pisarlo las vacas,
morderle en los labios
horrendas tarántulas,
matarlo los lobos,
comerlo las águilas!...
¡Vaquerito mío!
¡Cuán amargo era el pan que te daba!

   Yo tenía un hijito pequeño
-¡hijo de mi alma,
que jamás te dejé si tu madre
sobre ti no tendía sus alas!-
y si un hombre duro
le vendiera las cosas tan caras...

   Pero ¡qué van a hablar mis amores,
si el niñito que cuida mis vacas
también tiene padres
con tiernas entrañas?

   He pasado con él esta noche,
y en las horas de más honda calma
me habló la conciencia
muy duras palabras...
y le dije que sí, que era horrible...,
que llorándolo el alma ya estaba.
El niño dormía
cara al cielo con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara.

   Y le dije con voz de cariño
cuando vi clarear la mañana:
-¡Despierta, mi mozo,
que ya viene el alba
y hay que hacer una lumbre muy grande
y un almuerzo muy rico!... ¡Levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas...
¡San Antonio bendito las guarda!...

   Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada.



Coro Sinan Kay - Vois sur ton chemin (De la película Los chicos del coro)

sábado, 28 de septiembre de 2024

#lacosapoética/89

Santiago de Compostela, 1946


TRAZABILIDAD

Cada uno de estos versos se comenzó en Santiago
una tarde lluviosa de domingo de mil
novecientos cincuenta y tantos. Hay un niño
que ve pasar la vida,
ajena y gris, detrás de los cristales
empañados y siente
que está también lloviendo por dentro de él.

                        Y luego

los veranos luminosos de Cotobade,
con mañanas de caza por A Agüenxa
al lado del abuelo y el “León”
y aquellas aventuras inagotables, fueron
aportando detalles.

                        Poco después llegaron

los compañeros de la Facultad
–Carmenchu Saralegui, Javier Medrano, Pepe
Molíns, María José Alfaro, Maite Arana
y otros que no menciono únicamente
por razones de Métrica–, y los hayedos rojos
de Zuriza y Tacheras en octubre. Además,
cada uno de estos versos ha pasado
por la Llana del Bozo, el Petrechema, el Monte
Perdido, el Balaitus y el Bisaurín.

                        Mi mujer y mis hijos
están también en todos mis poemas
(algunos, en justicia,
debieran ir firmados en colaboración).
Otras cosas proceden
de los atardeceres de la vega
de Granada, de las nieves incandescentes
del Mulhacén, el Chullo y el Cerro de los Machos,
de mis alumnos de “Literatura
Española del Siglo XVIII”
y del inmenso azul de Carboneras.

                        Y

después de todo eso está el poeta
ya viejo –yo– que esta mañana, en Poyo,
recuerda y va esbozando, tachando, corrigiendo,
mintiendo un poco a veces
para que cada verso suyo diga
algo más verdadero que la simple verdad.

                        De Las cosas de la vida. Edit. Renacimiento


ALBERTO CORTEZ - La vida

sábado, 21 de septiembre de 2024

#lacosapoética/88

(La Unión, 1899 - Murcia, 1993)

David Téniers - El alquimista,1631-1640
Museo del Prado, Madrid


HE SIDO UNA SENCILLA PROFESORA DE QUÍMICA

He sido una sencilla profesora de química.
En una ciudad luminosa del sureste.
Después de las clases contemplaba el ancho mar.
Los dilatados, infinitos horizontes.
Y los torpedos grises de guerras dormidas.
He quemado mis largas horas en la lumbre
de símbolos y fórmulas. Junto a crisoles
de arcilla al rojo vivo hasta encontrar la plata.
No he descubierto nada.
No tengo ningún premio.
A Congresos no asistí.
Medallas y diplomas
nunca me fueron dados.
Minúscula sapiencia para tan grandes sueños.
Pequeñez agobiante para inquietudes tantas.
Y rebelde ha surgido, como agua en desierto,
el manantial jugoso, intenso, apasionado,
–dulce herencia entrañable– que tiene la riqueza
de llenar de poesía tan honda desolación.
Y, del resto salvado, rebrotar lo necesario.

                                        En  Desvarío y fórmulas, 1978.


Epistolario de María Cegarra y Carmen Conde.
Edit. Torremozas, 2018



Amapola López, LA PROHIBIDA (Luis Herrero Cortés)- Qué triste ser electrón

sábado, 14 de septiembre de 2024

#lacosapoética/87

(Polonia, 1923-2012)
Premio Nobel de Literatura 1996

Relieve de mármol de Asclepio y su hija Higía. Procedente de Termas, Grecia, finales del siglo V a. C. Museo Arqueológico de Estambul.




VESTIMENTA
        
Te quitas, nos quitamos, os quitáis
abrigos, chaquetas, americanas, blusas
de lana, algodón, mezcla de poliéster,
pantalones, faldas, calcetines, lencería,
ponemos, colgamos, en los respaldos
de las sillas o en las alas de los biombos;
de momento, dice el médico, no es grave,
vístase, descanse, unos días de vacaciones,
tomar en caso de, antes de acostarse, después de las comidas,
volver dentro de tres meses, dentro de un año;
ya ves, y ni creías, y temíamos,
suponíais, él sospechaba;
anudar, abotonar, abrochar con manos trémulas
cordones, corchetes, cremalleras, hebillas,
cinturones, botones, cuellos y corbatas,
y sacar de las mangas, de bolsos y bolsillos
la larga bufanda ajada, a lunares, a rayas, floreada, a cuadros:
su utilidad acaba de ser prorrogada.

                         Paisaje con grano de arena, Lumen, Barcelona, 2019


LOS PAYOS - Señor doctor (1979)

sábado, 7 de septiembre de 2024

#lacosapoética/86

1922 - 2002
Premio Príncipe de Asturias 1981
Premio Cervantes 1988

Eugen Bracht - La orilla del olvido
Museo Estatal de Hesse Darmstadt



POR QUÉ TE OLVIDAS 

Por qué te olvidas y por qué te alejas
del instante que hiere con su lanza.
Por qué te ciñes de desesperanza
si eres muy joven, y las cosas viejas.

Las orillas que cruzas las reflejas;
pero tu soledad de río avanza.
Bendita forma que en tus aguas danza
y que en olvido para siempre dejas.

Por qué vas ciego, rompes, quemas, pisas,
ignoras cielos, manos, piedras, risas.
Por qué imaginas que tu luz se apaga.

Por qué no apresas el dolor errante.
Por qué no perpetúas el instante
antes de que en tus manos se deshaga.
                                    De Alegría, en Poesías completas (1947-2002) Colección Visor de poesía,2022


jueves, 5 de septiembre de 2024

VERANO LECTOR, PERO MENOS

    Menudo verano me llevas, guapa. Empieza septiembre y no leíste nada serio y con enjundia desde hace tres meses. Detectives y más detectives. Y los libros serios y enjundiosos amontonados ahí, en un rincón. Algunos, Tren a Samarcanda, porque son largos, seiscientas páginas de nada. Otros, Byron in love, porque ahora mismo ¿a quien le apetece la vida novelesca de milord?, mejor otro día. Y mientras tanto a seguir los consejos de Pedro G. Cuartango que también lee policiacos y dice que Maj Sjöwall y Per Wahlöö son los padres del género desde los años 60. Así que me leí El hombre del balcón, que es la entrega número tres del detective Martin Beck. Yo en el altar de los nórdicos tengo a Henning Mankell y su criatura Wallander, pero puedo leer todavía uno o dos más de Martin Beck. También encontré en una columna de Cuartango a Ian Rankin, otro autor que no conocía, y, como me gustan los análisis que Cuartango hace de libros y cine (si yo fuera profesional de la crítica le llamaría “fino analista”, pero como solo soy seguidora de sus columnas digo que me gustan mucho) pues le hice caso y leí uno protagonizado por el detective John Rebus. También me leeré alguno más. Gracias, Pedro.

    Y luego algunos intentos que recordar no quiero, que tampoco es cosa de hablar mal de nadie; al fin y al cabo, que a mí no me guste un libro no quiere decir nada. Y decidí volver a los detectives. Al comisario Dupin. A este me lo presentó mi hermana pequeña y me gusta:

    “El queso era un alimento básico para Dupin. Si no había más remedio, podía privarse de muchas cosas, pero no del queso, que iba justo después del café en su ranking personal. A continuación, le seguían otras cosas imprescindibles, como la baguete y el vino. Y la buena charcutería. Y, por supuesto, los entrecots. Y las cigalas. De hecho, bien pensado, había tantas cosas que el concepto de imprescindible en sí resultaba absurdo.”

    ¿Cómo no simpatizar con él? Así que también anduve resolviendo crímenes con Dupin en Saint-Malo.

    Es verdad que al principio del verano leí un par de libros que me gustaron mucho, pero eso ya fue en junio o julio. Y no es que los haya olvidado, es que no veo manera de hablar en serio de ellos y, para decir cuatro pavadas, mejor me abstengo. Pero un cierto come-come no me deja pasar de largo y me obliga, al menos, a citarlos.

    El primero me había guiñado el ojo en la librería, pero estaba en época de dominar los impulsos y no lo compré, lo dejé para otro día. Y otro día lo que pasó fue que una amiga que, como las buenas amigas suelen, me conoce muy bien, apareció con él en préstamo, tienes que leer esto y luego lo hablamos. Otra cosa que las amigas lectoras saben muy bien es que hablar un libro remata el placer de la lectura. Así fue como llegué a Dos amigas (un recitativo) de la Premio Nobel Toni Morrison. Es una obra muy breve, poco más de cuarenta páginas, acompañadas por un epílogo extenso de Zadie Smith, unas noventa páginas en total. Aunque lo publicó en 1983 la traducción española  es de 2023 y desconozco si es  la primera vez que se publica en español. Dos niñas comparten habitación en un centro de acogida. Pasados los años se encuentran en diferentes circunstancias y recuerdan el tiempo del internado. Nada del otro jueves si no fuera porque una es negra y la otra blanca. Y porque algo hicieron en aquellos días en los que compartían la soledad y el rechazo que ahora no recuerdan o recuerdan de manera totalmente diferente. Y porque en ningún momento sabemos quién es quién. Claro que tienen nombre, y familia, y costumbres y viven en algún barrio y tendrán trabajos y se casarán, pero en ningún momento la lectora es capaz de saber quién es cada una. Ni los datos que aparecen en el texto ni nuestros prejuicios ayudan. Porque como dice Zadie Smith en su epílogo, la autora decidió de forma deliberada impedirnos la identificación de los dos personajes y enfrentarnos a nosotros mismos, porque “ser pobre, estar oprimido, ser inferior, estar explotado o ser arrinconado no es en esencia cosa de negros ni de blancos.” ¿A que hay que leerlo?

    Auður Ava Ólafsdóttir, a ver cómo le dices a alguien que estás leyendo un libro de… Escritora islandesa, razón suficiente para leerla, porque ¿a cuántos escritores islandeses conoces? El título, La escritora. Y la información sobre la historia, interesante: mujer joven que deja su pueblo o como se llamen en Islandia, y se va a la capital porque siempre quiso ser escritora. Y en ese pueblo, como en casi todos los pueblos y ciudades, en Islandia y fuera de ella, una mujer joven, lectora empedernida y que quiere ser escritora es un bicho bastante raro porque en 1963, en la lectora Islandia, ser mujer tenía la misma inconsistencia que en el resto del mundo. La historia de Hekla es atractiva, contada con estilo seco, entrecortado, que nos muestra una sociedad menos alejada de la nuestra de lo que creemos. Merece la pena.

    Y cuando ya agosto amenazaba con acabar con el verano, primero de agosto, primero de invierno, decían en mi pueblo, y estaba pensando en darle un tiento a Ripley, va y se me muere el mejor Ripley, Alain Delon. A-la-ín De-lón. El guapo por antonomasia. Mi primer amor cinematográfico de mi ya lejana adolescencia. Lo conocí en El tulipán negro, con la cara marcada por una estocada, ¿o eso era en Rocco y sus hermanos?, en el cine viejo de mi colegio de monjas. Sí, mis monjas ponían cine los sábados por la tarde, nada de en horario lectivo, y las películas eran buenas y recientes. Por causa de la película recorté una foto de una revista y la pegué en la portada de la libreta de ortografía, cosa que no le gustó nada a la hermana Dolores, la profe de Lengua. Gasté toda mi rebeldía en mantener la foto allí pegada todo el curso y ya no pude apuntarme a grandes causas. Y aprendí a defender que, aunque la belleza dicen que está en el interior, a mi A-la-ín De-lón me gustaba por su belleza exterior. Atrevida adolescencia.








lunes, 15 de julio de 2024

P.D. James. La muerte llega a Pemberley

    Irene Vallejo, en una situación familiar difícil, escribió El infinito en un junco. Marcel Proust, en la cama donde pasó meses de su vida con depresión, escribió En busca el tiempo perdido. Por no hablar de Cervantes y sus prisiones. No hay que picar tan alto, pero tampoco vas a ser menos, nada de falsa modestia. Cuatro días merodeando por un hospital y, hala, te lees un par de libros de P.D. James. No es comparable, lo sé, pero por algo se empieza. 

    Y me gustaron la señora P.D. James y su detective Adam Dalgliesh, a los que conocí en Muerte en el seminario. Me gustaron tanto como para seguirlos en Un impulso criminal. Me gustó más la primera, quizás por efecto del descubrimiento, por los lugares en los que se desarrolla o por esos personajes tan británicos. Después del impulso criminal ya me consideré íntima de Dalgliesh y sentí la necesidad de conocer el origen del detective así que busqué la primera de la serie, Cubridle el rostro. Y cuando ya había decidido que les tocaba a Jaritos y a Brunetti, que tienen aventura nueva, se me cruzó La muerte llega a Pemberley. Pemberley, Pemberley ¿de qué me suena? Yo ya estuve antes ahí y un montón de veces, pero ¿por dónde cae eso? ¿tiene algo que ver con P.D. James? Memoria traidora. Cuando ya estaba a punto de rendirme y consultar con el oráculo Google se me encendió la lucecita ¡Darcy! La pedazo-mansión del señor Darcy. Y P.D. James decidió que podía colocar un asesinato en Pemberley unos años después de que Darcy y Lizzy se decidieran a comer perdices para siempre. Sí, esos mismos, los protas que Jane Austen inventó para Orgullo y prejuicio.


    Cierto que andan por ahí en películas y en series de tv, pero eso de que otra autora, pasado el tiempo, invada el espacio de la creadora no lo acabo de ver, así que me resisto. Primero sin mucho brío ( a ver, Phyllys Dorothy, a ti quién te manda meterte en este berenjenal, tendrás que mejorar a Jane, o al menos igualarla, con lo bien que estás tú con tus detectives), después buscando excusas (otros también lo hicieron, con el Quijote incluso) En realidad, justificando la curiosidad y la desconfianza que me corroen (a ver qué habrá hecho esta, sí, esta, con tonito condescendiente y perdonavidas, con los personajes de Jane Austen) Pues no lo voy a leer, porque esto no me parece serio, ya fue bastante que Keira Knightley  y Matthew Macfadyen protagonizaran la película de 2005 y le pusieran morritos a la señorita Bennet y ojos de cordero degollado a Darcy. Un sacacuartos, eso es lo que son estas secuelas, acuérdate de Scarlett, la famosa “continuación” de Lo que el viento se llevó: palabrería.

    La curiosidad pudo más y la leí. Palabrería.

    Lo siento, Phyllys Dorothy James. Con lo que me habían gustado tus otras novelas.

    Jaritos y Brunetti, bien. Envejecen, como todo el mundo, pero no defraudan.


P.D. James. (Todos en ebook)

Cubridle el rostro.(Adam Dalgliesh 1)

Un impulso criminal.(Adam Dalgliesh 2)

Muerte en el seminario (Adam Dalgliesh 11)

La muerte llega a Pemberley


Donna Leon

El fuego purificador. No hay absolución sin sacrificio. Seix Barral, 2024


Petros Márkaris

La revuelta de las cariátides. Tusquets, 2024





domingo, 2 de junio de 2024

#lacosapoética/84y85

1922 - 2002
Premio Príncipe de Asturias 1981
Premio Cervantes 1998


VANESSA BELL - Window Still Life, 1915



ROMANCE

Primero, el alba de plata.
Luego, el crepúsculo rojo.
Primero, no había nadie.
Luego, estábamos nosotros.
Entre el “primero” y el “luego”,
todo un sueño loco.

Horas de pan y de vino.
Hojas que van a su otoño.
Mediodías que acumulan
duras calaveras de oro.
Desbocadas aguas. Soles
ciegos. Vientos misteriosos.
Pájaros de giros graves
sobre los ágiles chopos.
Acumulada tristeza
Para nuestros hombros.

Alma que vivió en exilio.
Corteza de pan remoto.
Primero, no había nadie.
Luego, lo tuvimos todo.
Púrpura en las llagas. Bocas
olvidadas en el polvo.

Pero ahora ya no sabemos
quién robó nuestro tesoro.

            De QUINTA DEL 42. III. Esfinge interior, recogido en Poesías completas (1947-2002). Colección Visor de Poesía, 2022


ANDY WILLIAMS - Días de vino y rosas ( Henry Mancini y Johnny Mercer para la película del mismo título de Blake Edwards, 1962)

domingo, 26 de mayo de 2024

#lacosapoética/82y83

MARTHA ASUNCIÓN ALONSO
Madrid, 1986
Premio Adonáis, 2012

Mosaico de los trabajos de Hércules. Arriba, a la izquierda, El robo del cinturón de Hipólita.
Museo Arqueológico Nacional de España ( Madrid) procedente de Liria (Valencia)


EL CINTURÓN DE HIPÓLITA

Una vez, siendo niña, descubrí a la mujer
que me enseñó a montar en bicicleta
tiñéndose las canas: se había puesto, porque la resistencia mancha,
una camisa azul de su marido
muerto.

El cinturón de Hipólita es aquella camisa.

Mi primera maestra, Doña Cati,
enseñó a leer a tres generaciones de españoles
a través de sus gafas, ya estando jubilada: Mi-pa-pá
es-el-más-gua-po-del-mun-do-y-mi-ma-má-la-más-fuer-te
del-pla-ne-ta-tie-rra.

El cinturón de Hipólita es aquel par de gafas.

El día de su boda con el poeta Manuel Altolaguirre,
la poeta Concha Méndez caminó
flotando, con su traje de menta, hacia el altar
de los Jerónimos: su ramo de novia era un manojo
fresco de perejil.

El cinturón de Hipólita es aquel ramo verde.

Y el modo en que mi madre, a los cincuenta, le cambiaba las pilas
a su audífono para asistir a clases
en la universidad (las manos son las mismas que, con catorce
años, dejaran los compases y dictados
para ponerse a amasar pan).

El cinturón de Hipólita nunca lo robó Hércules.

Hércules robó el oro,
pero no la riqueza. ¿Cómo expoliar aquello que se mama,
capital invisible, indivisible, cual río
sangre abajo? Robó Heracles
el oro. Nos dejó
la nobleza.



THE BEATLES - Can't Buy Me Love

sábado, 18 de mayo de 2024

#lacosapoética/80y81



MARTA CHAPA - Manzana en las alturas, 2003



BIENVENIDA

Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
                        ni más dócil
                                            ni más cauta
tan solo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabés
cómo te pienso y te enumero

después de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio
tu nostalgias
y cómo me revienta que él nostalgie

tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros

no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
                                        inapagable

ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
                    con hondura
                                         con franqueza

sé que voy a quererte              sin preguntas
sé que vas a quererme               sin respuestas.


                    De El amor, las mujeres y la vida. Alfaguara, 1995



JULIETA VENEGAS- La nostalgia

domingo, 12 de mayo de 2024

#lacosapoética/79



JOAN MIRÓ - El pájaro relámpago cegado por el fuego de la luna (Fragmento)
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid (Obra no expuesta)


    7
Pájaro

En el aire contigo,
pájaro, al mar
en el aire contigo,
pájaro, al sol,
en el aire contigo,
vivo de amor.

Me llevas en tu canto,
pájaro, al agua,
me llevas en tu canto,
pájaro, al cielo,
me llevas en tu canto,
con el recuerdo.

En el viento contigo,
pájaro, al sol,
en el viento contigo,
pájaro, al mar,
en el viento contigo, 
sin volver más.

Con la luz de tu sombra,
pájaro, lindo, fino,
con la luz de tu sombra,
pájaro fino, mío,
con la luz de tu sombra,
soy paraíso.

En la brisa contigo,
pájaro, al mar,
en la brisa contigo,
pájaro, al sol,
en la brisa contigo,
muerto de amor.

                        De En el otro costado (1936-1942), Canciones de la Florida, en Lírica de una Atlántida. Galaxia Gutenberg, 1999


RIGO TOVAR - El pájaro chogüí