HIJA DE LA IRA
De Ana Rojas y Pablo Escribano (por riguroso orden alfabético de sus nombres propios, no de sus apellidos paternos, nada de patriarcado por aquí)
Editorial Planeta, 2025
No me he leído ni una, pero que ni una, de las cienes y cienes de reseñas de este libro; ni siquiera la contraportada, que es lo segundo que se lee siempre, después de los elogios publicitarios del fajín.
He querido llegar virgen a la novela, en plan pureta y gafapasta, porque voy a ser muy rigurosa e imparcial en este panfleto, que no quiero que nadie me acuse gratuitamente de amiguismo. Porque sí, soy amiga de la mitad de la firma. Bueno, lo era, que desde que leí el libro siento que voy a incluir a la otra mitad entre mis amistades: Pablo, si consientes, desde hoy quedas incorporado a mi almáciga de amigas.
Soy seguidora de Novelistos en alguna red social, la de los viejos, y lo pasé muy bien con la evolución y el" crecimiento de la obra (mejor crecimiento que gestación, que me quedaría un pareado feo) Al principio me reía porque aquellos vídeos eran una obra literaria en sí mismos, pero un día me dije a mí misma, "conociendo a anarrojas deberías saber que esto va en serio".
Y tan en serio. No sé cómo hicieron para poner en palabras semejante trama a cuatro manos, aunque sí me imagino a las dos cabezas urdiendo tal cantidad de trapacerías. Leí la novela de cuatro tirones, porque la vida no me dio la oportunidad de varias horas seguidas de sofá, pero engancha de tal manera que se puede leer de un tirón. Esa Orianita misteriosa nacida de la ira, que debe su nombre a una bisabuela siciliana y que lleva por compañera la jambiya que su padre tenía preparada para el hijo varón que nunca tuvo. Esa Orianita que se esconde en las Merindades y soluciona sus venganzas zascandileando por Villarcayo y alrededores. Esa Oriana es lo más, ya la hubiera querido para sí el Amadís aquel. Hecha a sí misma en condiciones muy adversas, fuerte y astuta, dulce, débil (odio escribir “vulnerable”) Tiene sus momentos, ¿y qué? Y la mala pécora de Soumía, que no me va a caer bien porque estoy en mi derecho de lectora de tenerle toda la manía del mundo, aunque sea una mala remala muy bien inventada. Y la inspectora Fonfría, que le puede plantar cara a cualquiera de mis favoritos, desde Vila o Chamorro hasta Brunetti o Carvallo, con esa mezcla de fortaleza e inseguridad: ¿pero qué nos pasa a las mujeres, superando ya el primer cuarto del siglo XXI y arrastrando síndromes de impostoras por Villarcayo o por cualquier sitio donde la vida nos ponga?
Los autores y la obra en una imagen tomada del Diario de Burgos |
Y no sólo de muy buenos personajes femeninos vive la novela, no, que los masculinos también están muy bien creados. Todos son personajes complejos, ellas y ellos. Como si los novelistos estos, además de ser muy leídos, tuvieran en su día a día mucho trato humano con adolescentes de muchas edades y condiciones y con adultos mejor o peor tratados por la vida que tiran de ella como pueden o como los dejan. Y para la cosa de la delincuencia espero que no hayan experimentado personalmente, confío en su capacidad de documentación. Y en las novelas y el cine y el cómic y la música, que todo se filtra en esta novela. Desde el título (alégrate, Dámasoalonso, mira qué útil sigues siendo) o los nombres, Oriana, Licaón, Tabanito, hasta esa vida extraordinaria de la prota en el ejército, en oriente o en Riga (¿estabais pensando en Wallander cuando lo de Riga, por cierto?)
Qué bien lo pasé, cómo disfruté leyendo la novela. Y cómo me prestaba pensar “esto lo hizo Ana” (perdóname, Pablo), “tengo una amiga escritora de las de verdad”.
¿Que dije qué del amiguismo? Dije que no quería que nadie me acusara de practicarlo gratuitamente, no que no lo fuera a practicar a conciencia. Con lo orgullosa que estoy de mi amiga escritora, lo que presumo por ahí, y lo cara que me sale, que ya regalé el libro tres veces.
Enhorabuena, Novelistos, Pablo, Ana. Quedo a la espera de la siguiente. Vaaale, tomaos un respiro, descansad un poco, pero no nos tengáis mucho tiempo en el sinvivir, porfa.