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FERNANDO PESSOA Y OFÉLIA QUEIROZ |
Foto:SVG
Michel Houellebecq
sábado, 4 de noviembre de 2023
#lacosapoética/20
domingo, 5 de abril de 2020
#yomequedoencasa/22
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.
como las demás,
ridículas.
tienen que ser
ridículas.
sólo las criaturas que nunca escribieron
sí que son
ridículas.
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).
domingo, 21 de marzo de 2021
#poesíaalarmada/148
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Mosaico de las Musas (fragmento) Villa romana de Las Musas (Arellano, Navarra) |
miércoles, 15 de julio de 2020
#poesíaenverano/25
Llueve
En esta tarde llueve, y llueve pura
tu imagen. En mi recuerdo el día se abre. Entraste.
No oigo. La memoria me da tu imagen sólo.
Sólo tu beso o lluvia cae en recuerdo.
Llueve tu voz, y llueve el beso triste,
el beso hondo,
beso mojado en lluvia. El labio es húmedo.
Húmedo de recuerdo el beso llora
desde unos cielos grises
delicados.
Llueve tu amor mojando mi memoria
y cae y cae. El beso
al hondo cae. Y gris aún cae
la lluvia.
LXXVII
Graniza tanto, como para que yo recuerde
y acreciente las perlas
que he recogido del hocico mismo
de cada tempestad.
No se vaya a secar esta lluvia.
A menos que me fuese dado
caer ahora para ella, o que me enterrasen
mojado en el agua
que surtiera de todos los fuegos.
¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?
Temo me quede con algún flanco seco;
temo que ella se vaya, sin haberme probado
en las sequías de increíbles cuerdas vocales,
por las que,
para dar armonía,
hay siempre que subir ¡nunca bajar!
¿No subimos acaso para abajo?
¡Canta, lluvia, en la costa aún sin mar!
Llueve en silencio, que esta lluvia…
Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego…
Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece…
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente…
lunes, 14 de diciembre de 2020
#poesíaalarmada/50
lunes, 28 de septiembre de 2020
#poesíasiempre/28
FERNANDO PESSOA
(Del heterónimo Alberto Caeiro)
El guardador de rebaños
Y no estoy alegre ni triste.
Ése es el destino de los versos.
Los escribí y debo enseñárselos a todos
porque no puedo hacer lo contrario,
como la flor no puede esconder el color,
ni el río ocultar que corre,
ni el árbol ocultar que da frutos.
He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia,
y yo siento pena sin querer,
igual que un dolor en el cuerpo.
¿Quién sabe quién los leerá?
¿Quién sabe a qué manos irán?
Flor, me cogió el destino para los ojos.
Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.
Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.
Me resigno y me siento casi alegre,
casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.
¡Idos, idos de mí!
Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la
que fue suya.
Paso y me quedo, como el Universo.
martes, 27 de octubre de 2020
#poesíaalarmada/2
(Traducción de Rafael Díaz Borbón)
miércoles, 13 de mayo de 2020
Desasosiego y educación
No es fácil leer en tiempos difíciles. Es cierto que la lectura tiene, entre otras, una función curativa (no voy a escribir sanadora ni terapéutica, no) importante. Y es cierto que es embaucadora y te arrastra a tu pesar (tampoco voy a decir nada de aquella famosa Sherezade) Pero estos dos meses son difíciles, duros, asombrosos, mi caja de adjetivos se me queda escasa, la pobre. Pero tengo una amiga que, sin saber quién es Pessoa, me enseñó hace tiempo el significado preciso de la palabra desasosiego. Y desasosiego explica de manera precisa, mejor que ningún adjetivo la sensación que me acompaña durante este tiempo. El desasosiego viene a ser un come come que te hace vivir a saltos. A saltos dentro de la quietud. ¿Cómo concentrarse en la lectura cuando el ánimo parece un saltimbanqui? ¿Como asentarse en la lectura con ese come come? Buscas entre esos libros que tienes en espera y que compraste con entusiasmo, pero el entusiasmo debe de estar confinado porque no aparece para ayudarte a elegir. O, espera, sí, aquí debajo hay algo. A ver si va a ser una joya.
Lleva tiempo esperando su hora desde que conociste a su autora, Caitlin Moran, en ese estupendo programa de libros de La 2, Página dos o Paginados, que nunca me fijo en la grafía del juego de palabras. Ese día presentaba Cómo se hace una chica y, al hablar de su trayectoria, también elogiaron Cómo ser mujer, un libro ya talludito, de 2011 que tardó unos años en llegar aquí. ¿Cómo puede ser que no lo conozcas?
Hace años, en 1990, Carmen Rico Godoy, estupenda periodista y escritora (tampoco voy a escribir "de raza" aunque fuera hija de la también estupenda periodista y escritora Josefina Carabias) publicó un libro de título similar, Cómo ser una mujer y no morir en el intento. Con la ironía y el sarcasmo que tan bien manejaba hizo un buen retrato de la condición de las mujeres en los años de la transición, tan bueno que llegó al cine. ¿Será esta Caitlin Moran de la misma escuela?
miércoles, 11 de noviembre de 2020
#poesíaalarmada/17
jueves, 26 de enero de 2023
ROSA MONTERO. EL PELIGRO DE ESTAR CUERDA
Y ahora qué vas a hacer con ellas. Cuatro páginas, cuatro. Cuatro páginas abarrotadas de nombres de artistas, de científicos, de títulos de libros, de frases que te remiten a ideas, a citas, a las páginas donde te gustaría volver. Y, al llegar al final, en el sitio ese donde van los agradecimientos, aparecen también todos esos datos. Esto no se me hace, Rosaamiga, esto no se nos hace a las sufridas y esforzadas y entusiastas lectoras de tu obra. Qué hago yo ahora con esas cuatro páginas. Ah, sí, que las citas y las ideas inspiradoras son cosa mía y no están entre tus datos. Tienes razón, discúlpame, es la intensidad.
Termino la lectura de tu libro poseída por la intensidad. No te mosquees, no es broma. No es la intensidad de los creadores, de la que tú hablas a lo largo de la obra. Es la intensidad del lector, o, al menos, de esta lectora, capaz de subir al peldaño más alto desde una página cautivadora y de desaparecer en la nada desde un párrafo demoledor en cuestión de minutos.
Y ahora estoy en el peldaño más alto, en el séptimo cielo, media hora después de terminar de leer “El peligro de estar cuerda”. La media hora la dediqué a buscar en san google a algún personaje que aparece en el libro: soy lectora crédula y me cuesta a veces distinguir entre la realidad y la ficción. Qué quieres, me creo a pies juntillas la verdad de las mentiras.
Instalarse en el séptimo cielo tiene el problema de la falta de objetividad, pero ¿quién quiere ser objetiva al hablar de un libro que le gustó mucho? ¿y cómo contar en pocas palabras por qué te gustó?, ¿por dónde empezar?
Por los títulos, tan sugerentes, de los capítulos, que son un buen hilo conductor de una trama que es y no es. No es una novela, no es un ensayo, no son unas memorias. Pero es. O por las citas de autores, queridos o desconocidos, desde Pessoa, “la necesidad de la literatura porque la vida no basta”, hasta una tal Rosa Montero, “los humanos somos palabras en busca de sentido”. La duplicidad, la infancia rota, la impostura, el estupor. O por Pascual y Amalia y Brines y Hierro, desde la nada al todo. Y el título, ese préstamo maravilloso. Tranquila, que no voy a destripar nada.
Lo único que no leí todavía, lo tengo trasmañanado, es la entrevista con Doris Lessing. Necesito aire entre medias. Porque yo ya te leía en aquellas entrevistas magníficas que hacías para El País cuando las dos éramos más jóvenes y sé que la voy a recordar y disfrutar con intensidad, faltaría más, pero no quiero mezclar. Además, Doris Lessing es una de las autoras que admiro y puede ser que su lucidez pesimista me apene un poco. Fíjate, lo que dices de su diógenes me recordó una de sus novelas, la que más me gusta, “Diario de una buena vecina”. Otro día pasaré un rato con Doris.
Guardaré las cuatro páginas volanderas en una de esas libretinas de apuntar lecturas, me prepararé para leer alguna de las muchas sugerencias tuyas, creo que empezaré por la “Zenobia del Alma”, de Trapiello y “Un ángel en mi mesa” de tu querida Janet Frame. Seguiré leyéndote, agradeciendo tus libros y tu trabajo periodístico, aunque me tendrás que perdonar porque con Bruna Hasky no acabo de engranar, igual tengo que darme otra oportunidad. Y que sepas que llevas ya mucho tiempo en mi almáciga de amigas, sección escritoras.
Rosa Montero. - El peligro de estar cuerda. Seix Barral, 2022
jueves, 7 de enero de 2021
#poesíaalarmada/74
domingo, 31 de marzo de 2024
#lacosapoética/67
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VINCENT VAN GOHG - Rosas National Gallery of Art - Washington (EE.UU.) |